Generación perdida

Crítica 'Ojalá estuviera aquí'

Zach Braff y Joey King, en 'Ojalá estuviera aquí'.
Zach Braff y Joey King, en 'Ojalá estuviera aquí'.
Manuel J. Lombardo

16 de septiembre 2014 - 05:00

Ojalá estuviera aquí. Comedia dramática, EEUU, 2014, 110 min. Dirección: Zac Braff. Guión: Adam J. y Zac Braff. Fotografía: Lawrence Sher. Música: Rob Simonsen. Intérpretes: Zach Braff, Josh Gad, Kate Hudson, Jim Parsons, Joey King.

Estrella televisiva tras su paso por la serie Scrubs, Zac Braff se lanzaba al escurridizo territorio del indie de autor con pretensiones generacionales en aquella Garden State que daba gato manso por liebre existencial a propósito de un puñado de personajes excéntricos en busca de su lugar en el mundo entre canciones pop fácilmente recopilables en una bonita banda sonora para las estanterías de la Fnac.

Ojalá estuviera aquí sigue teniendo a Braff a uno y otro lado de la cámara, y de nuevo cubriendo una nueva etapa vital con pretensiones de lección de vida, ahora tocan los treinta y tantos, la familia, la crisis profesional y la enfermedad del padre, para lanzar un mensaje de buen rollo en una película que se pasea en Aston Martin descapotable por las carreteras costeras y los barrios suburbiales de Los Ángeles buscando un resquicio de optimismo y cierto espíritu de superación para aquellos que, no parece ser el caso de Braff, no hayan triunfado del todo en la vida (sic).

La fórmula sigue siendo la misma, aunque ahora todo cante y moleste más por exceso (de humor y comicidad judía de dudoso gusto, de situaciones de liberación épica, de cancioncillas pop, etcétera), y se apueste por un modelo de familia unida en la crisis y la adversidad en la que de buena gana mandaríamos de vacaciones a unos cuantos miembros, empezando por el niño.

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