DIRECTO Madrugá Sevilla en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

Semenzato & Duncumb | Crítica

Sentimientos a flor de labios

Giulia Semenzato y Jadran Duncumb en el Espacio Turina

Giulia Semenzato y Jadran Duncumb en el Espacio Turina / Luis Ollero

El fútbol, el cine, la presencia de un mito del piano y de otro de la interpretación históricamente informada en el Maestranza... La competencia era fuerte y la asistencia se resintió para un concierto que traía por primera vez a Sevilla a una cantante en pleno ascenso internacional y en todo el esplendor de sus medios. Pero, ¿no hay en la ciudad una Asociación de Amigos de la Ópera que, supongo, lo serán también del canto? No estaría de más que se involucrara algo más en cosas como esta.

La joven Giulia Semenzato ha asentado una interesante carrera partiendo del mundo barroco y llegó al Turina acompañada por un especialista en ese terreno para un programa que recorría el variopinto mundo de la canción doméstica en París y Viena durante las primeras décadas del siglo XIX.

Jadran Duncumb dejó por una vez sus tiorbas y laúdes y se presentó con una estupenda guitarra romántica de refinadísima, aunque no demasiado potente, sonoridad. Con ella dejó huella emotiva gracias a una pequeñita pieza sentimental de Mertz, tocada con afectuosa ternura, y sensación de control absoluto en la virtuosística e intrincada Fantasía y variaciones brillantes Op.30 de Sor, que bordó. Lo mejor en cualquier caso fueron sus acompañamientos, su forma de regular el sonido y de respirar con la cantante, con sutilezas a veces al borde del silencio.

Semenzato tiene un timbre dulce y acariciante y su canto es sensual, homogéneo, fácil, proyectado siempre con claridad, desde fuera, desde los labios. Destacó muy especialmente en las piezas italianas. Las sencillas arietas belcantistas de Giulini no tuvieron secretos para ella, recorrió todos los recovecos de la expresión sentimental, del gozo amoroso a la decepción y el dolor, siempre matizado, liviano (maravillosa resultó en este sentido Alle mie tante lagrime, con la guitarra hecha puro susurro a su lado).

Más monótona me resultó la expresión en las romanzas de Doisy, aunque creo que el defecto estaba más en las tres canciones escogidas, demasiado parecidas entre sí. Magnífico su Schubert, fraseado con exquisitez, acaso falto de un punto más de excitación el momento culminante de Margarita en la rueca (ese “und, ach!, sein kuss!” –“y, ¡ah!, ¡sus besos!”– expresión suprema del éxtasis sexual como pocas veces se ha puesto en música), pero delicadísima y de sinuosa flexibilidad la Serenata.

En las seguidillas de Sor le perjudicó un tanto el vibrato, como se demostró en la última de las seis, No doblarán campanas, de un tono más declamatorio y que funcionó a la perfección en su mezcla de gracejo popular y hondura cortesana. Impecable la popular Danza de Rossini antes de una propina hecha con sana intención y tierna sensibilidad, la Nana de Manuel de Falla.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios