Hunter Killer | Crítica de cine

Entretenida y olvidable

Gerard Butler, en una escena de la película.

Gerard Butler, en una escena de la película.

La ya venerable Estación Polar Cebra (1968) como precursora y sobre todo El submarino (1981) resucitaron las películas de submarinos que fueron tan populares en los años 40 y 50 –aquellas Tiburones de acero, Torpedo o El diablo de las aguas turbias que nos regala 13 TV– posteriormente adaptadas a la Guerra Fría con los éxitos de La caza del Octubre rojo (1990) y Marea roja (1995).

Por estas aguas navega esta película en la que un presidente ruso secuestrado por presuntos nostálgicos de la URSS ha de ser liberado por un trío formado por un americano, un ruso y los Navy Seals. Trump al rescate de Putin, por así decir, en los tiempos de la tensión fría o la guerra tibia.

Alan Siegel, productor de Objetivo la Casa Blanca, Objetivo Londres y esta Hunter Killer, le ha cogido el truco al terrorismo magnicida y repite la fórmula. Ninguna sorpresa. Ninguna decepción. Lo esperable: entretenimiento a lo Tom Clancy rebajado con agua en este debut hollywoodiense del realizador sudafricano Donovan Marsh.

Gerald Butler, que ya interpretó las dos películas anteriores producidas por Siegel, actúa más de lo esperable en él. Gary Oldman –oh sorpresa– hace de Gary Oldman: poco tiempo ante la cámara y ningún esfuerzo. El rapero Common sigue engrosando su ya larga filmografía. Y el sueco Michael Nyqvist se despidió de la vida y del cine con esta película revelando de paso –falleció hace año y medio– lo que ha tardado en estrenarse.

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