Cultura

Iribarren conversa con el río

  • 'Diario de K' y 'Haciendo planes' revelan la transformación del autor

Aprecia el editor Abelardo Linares que Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) ha mantenido en su obra una suerte de férrea fidelidad a sí mismo. El responsable del sello Renacimiento recuerda que cuando conoció al autor allá por los 80 -"cuando ambos éramos jóvenes", apuntó- le impresionó esa lírica concisa en la que el poeta se asemejaba "al protagonista de ciertas películas épicas, a esos westerns con un hombre de pocas palabras, pero todas sugerentes".

A lo largo de las décadas, Iribarren ha incidido en unos cuantos rasgos -"el humor, una mirada limpia y ligeramente irónica sobre la gente y el mundo", detalla Linares- pero también, así lo siente el escritor, se ha ido desmarcando de ese universo nocturno, melancólico y urbano ("pienso / en los borrachos, / las putas, / los taxistas, / los auténticos habitantes / del corazón / de la noche) que caracterizaba sus versos, desolados y bellos. "El que aparece en los poemas de antes era un sujeto al que le sucedían más cosas, como si estuviese más en la vida. Luego ese personaje se va volviendo más observador: las nuevas generaciones vienen y hay que echarse al arcén", afirma el donostiarra.

De esa transformación íntima dan fe los dos volúmenes que presentó ayer en la Feria del Libro, ambos editados por Renacimiento: la segunda edición de Diario de K, un texto confesional en el que su artífice también se adentra en el género del aforismo, y el poemario Haciendo planes. Obras en las que el creador se inspira en hechos cercanos para trascenderlos, como revela el especialista Pablo Macías. "En una reseña que escribía Itzíar Mínguez de Haciendo planes decía que había que revisar esa etiqueta que se tiene de él como poeta de lo cotidiano, por temor a que se quede pequeña y no aglutine todo lo que es. Ella sostenía que es más bien el poeta que rentabiliza lo cotidiano para convertirlo en algo extraordinario, y pienso que es así".

Ese cronista que transitaba por los terrenos de la noche -"estaba llena de posibilidades, aunque a mí no me pasara nada", bromeó Iribarren ante el público de la Feria del Libro- ha girado sus pasos, como argumenta Macías, hacia el atardecer; en su perspectiva urbana, de improviso, ha entrado el imaginario de la naturaleza. "Ya sé que esto puede parecer una locura, / ponerle no sólo voz / sino sentimiento a la lluvia, / pero a mí es lo que me sugiere / ahora mismo su presencia", escribe en uno de los poemas Iribarren. "No es un cambio que he buscado -explica ya más allá de sus páginas, en persona-. Lo que ocurre es que siempre he pretendido poetizar lo inmediato, y ahora doy paseos por el río, junto a los árboles... También tengo la impresión de que ya he dicho mucho, mejor o peor, de otras cosas. Quiero pensar que he dado un paso más allá", concluye, "y que estoy creciendo como poeta".

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