Jiménez & Meta | Crítica

Comedia y drama para Picasso

Isabel Jiménez Montes y Darío Meta en el Alcázar

Isabel Jiménez Montes y Darío Meta en el Alcázar / Actidea

Resulta oportuno repatriar, aunque sea sólo por unas horas, a toda esa pléyade de jóvenes andaluces forjados en nuestros conservatorios, escuelas y orquestas juveniles y que hoy trabajan con éxito por medio mundo. Es el caso de la sevillana Isabel Jiménez Montes, concertino en una orquesta alemana, que se vino hasta el Alcázar acompañada por el madrileño Darío Meta para un programa con música de tres grandes de hace un siglo con los que colaboró Picasso (vía los Ballets rusos de Diáguilev).

En la Suite italiana, arreglo del propio Stravinski de algunos números de su Pulcinella, germen del estilo neoclásico, la violinista creció desde los titubeos iniciales en fraseo y afinación, pasando por algún problema con la articulación en la primera variación de la gavota, a un impetuoso y muy teatral Scherzino, punto en el que pareció apoyarse para una segunda parte del recital mucho más limpia y en la que mostró sus mejores armas técnicas y musicales. El arreglo de Kreisler de una de las danzas de La vida breve de Falla sonó con buen equilibrio entre la parte más rítmica y la melódica. Pero fue en Romeo y Julieta de Prokófiev en la obra en que Jiménez Montes mostró su mayor versatilidad, por su capacidad para adaptar su sonido a las necesidades expresivas del drama, manejando con gran sentido musical las posibilidades articulatorias y ornamentales del instrumento con staccato, ataques secos y acentos cortantes en las partes más dramáticas y un legato vibratissimo y muy romántico para la amorosa escena del balcón. Eficacísimo acompañamiento toda la noche de Darío Meta, atento a dar lustre y a cubrir en todo momento a la solista, incluso cuando un incidente con la partitura la obligó casi a parar.

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