EL DÚO DE LA AFRICANA | CRÍTICA
Cuando la Zarzuela se ríe de la Ópera
Juan Luis Pérez | Director de orquesta
Juan Luis Pérez ha estado siempre ahí, cada vez que la Sinfónica sevillana lo necesitaba, con un concierto de temporada, uno didáctico, una asistencia o, como este año otra vez, cubriendo los interregnos entre titulares con el diseño de las programaciones. En cualquier caso, desde el principio quiere dejar claro que “yo no he estado haciendo funciones de director artístico, sino de asesor. He tenido que consensuar, hablar con mucha gente, tratar de convencer a los artistas de que cambiaran alguna obra. A veces lo he conseguido y otras, no; quienes me conozcan verán algunos programas que yo no habría hecho nunca así”.
–¿Cuándo lo llaman?
–Antes de Navidad, al poco de ser nombrado Victoriano Martín como gerente.
–¿Había algún diseño previo?
–No. Había una serie de compromisos por los conciertos cancelados por la pandemia y la huelga. Y había varios condicionantes: uno, que el maestro Soustrot volviera, y hace dos programas que él tenía ya pensados; otro, la recuperación de público. Mi idea era sencilla: he tratado de contentar a todos… A veces me dicen que eso de contentar a todos… y mi respuesta es siempre la misma, ¿a quién quieres tú desagradar?
–Dos obras corales muy populares (Carmina Burana y 9ª de Beethoven) como apertura y cierre van por ahí...
–Exactamente. Además era una exigencia mía, que hubiera al menos dos conciertos sinfónico-corales.
–Carmina Burana es además con el Orféon Donostiarra… ¿lo negoció usted?
–No, esa medalla es para Victoriano, que además ha conseguido mejorar el presupuesto para programación artística, porque ha conseguido incrementos en las aportaciones públicas.
–¿Le pusieron limitaciones presupuestarias?
–Ninguna, porque desde el principio el gerente me dijo que no me fijara en el coste de los conciertos, sino que hiciera propuestas. Es verdad que esta orquesta paga bastante bien, aunque a lo mejor no tanto como otras y me consta que algunos músicos han rebajado sus cachés para entrar en la programación.
–Aparte el deseo de contentar y de atraer público, ¿alguna otra línea en su programación?
–Yo quería dar continuidad a la política de Soustrot de rescatar el formato de gran orquesta sinfónica, y traer obras que a mí me recuerdan las primeras temporadas, cuando la orquesta hacía Strauss, Shostakóvich, Bartók, Mahler, y evitar en lo posible conciertos de formato más reducido.
–Se gana un concierto de abono…
–Para mí era muy importante, y no se ha conseguido, que el abono terminara en junio. En principio el cierre era con la Novena en junio, pero ha habido que moverlo a principios de julio, y a mí eso no me gusta, julio es un mes de festivales y no de abono. Me consta que hay abonados que han dejado de serlo por esos programas. No tiene lógica que una ciudad como Sevilla termine su temporada más tarde que ninguna.
–¿La coexistencia con el teatro sigue siendo el gran tema pendiente?
–He hablado mucho con el nuevo jefe de producción del teatro, Augusto Techera, y se está trabajando en intentar que la orquesta no tenga que programar con las fechas libres que deje el teatro, sino que se pueda trabajar conjuntamente desde el mismo diseño de las fechas, y se ha llegado ya a acuerdos de aprovechar por ejemplo a los directores que vienen al foso para hacer ópera, algo se ha avanzado en eso.
–Como directores sólo repiten Soustrot y György Ráth, ¿hubo consignas para hacer pasar a directores a modo de prueba para la titularidad?
–Sin duda, y de hecho, se puede decir que había casi un acuerdo para que el próximo titular fuera Ráth, pero el Consejo lo ha parado para darse un tiempo mayor de reflexión. No sé si es definitivo o sólo lo ha dejado en suspenso.
–¿Y Ráth viene dos veces por eso?
–Así es.
–¿Cuál sería a su modo de ver el perfil ideal para el próximo titular de la orquesta?
–Digamos que hay dos figuras, la de director titular y la de director artístico, que suelen coincidir en la misma persona, pero creo que hay confusiones con respecto a las responsabilidades de un director artístico: se piensa que es el que hace la programación, y eso es un error. Director artístico es el que se encarga de la calidad artística de la orquesta, y en eso la programación influye, pero todos esos problemas alrededor de la orquesta, qué plantean los profesores, qué demanda el público, son también su responsabilidad, pero normalmente aquí se han ocupado sólo de hacer la programación, y eso es insuficiente. No quito méritos a hacer una buena programación, pero creo que en Sevilla hay varias personas capaces de hacer eso. Lo difícil es lo otro. Lo difícil es trabajar y controlar la calidad día a día, ir a más, y eso es responsabilidad del director artístico. Por ahí tendría que ir.
–El nivel de los solistas se ha elevado, al menos por nombres: Eldar Nebolsin, Pacho Flores, Pablo Ferrández, José María Gallardo del Rey…
–Ha habido más dinero para contratación. Sólo hay que ver que viene el Orfeón Donostiarra, lo que es un símbolo de vuelta a la época en que financiación y programación iban de la mano.
–Hay también más directores españoles…
–La comunicación con un director español parece más fácil, porque han crecido en el mismo ambiente cultural, tienen la misma idiosincrasia. Incluso Víctor Pablo Pérez llegó a decir que la unidad sería posiblemente mayor si todos los músicos de una orquesta fueran españoles. Pero eso es un debate que creo superado. Para tocar en una orquesta, ser español no es ningún mérito.
–¿Ha hablado con el nuevo gerente, Jordi Tort?
–Sí, tuve una reunión con él.
–¿Ha condicionado la programación?
–La Gala de apertura en el Alcázar la ha diseñado él. Trae muchas ideas, me las contó grosso modo. Es consciente de que la orquesta tiene que aumentar su público.
–¿Le ha propuesto seguir como asesor para la programación del curso próximo?
–No. Mientras no haya un director artístico entiendo que la programación será tarea suya.
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