ROSS. Gran Sinfónico 1 | Crítica
Popular y aséptico comienzo para la Sinfónica
El primer largo del sueco Jens Jonsson quiere aprovechar la moda de cierto estilo minimalista nórdico, indefinido asunto que lo mismo vale para hablar de diseño de interiores o mobiliario que para referirnos a la depuración expresiva y el humor lacónico y surrealista de Roy Andersson (Du levande), trasladando a paisajes horizontales y nevados una de esas historias de familias disfuncionales que tanto gustan en el ámbito del cine indie.
Objeto de burlas y exclusión, un adolescente gordo aficionado al ping pong deambula por el paisaje elaborando reflexiones absurdas sobre el estado del mundo y buscando su identidad por confrontación con su hermano pequeño, su oronda madre, un padre escapista y el patético dueño de una tienda de deportes.
Narrada en un tono que se aproxima a eso que llaman pos-humorismo, o sea, gracia sin gracia, (contra)punteada por una música sinfónica que no consigue, aunque lo pretenda, insuflar ironía y segundas lecturas al asunto, King of ping pong se dirige hacia ningún sitio en su pretensión de fabular el lado excéntrico de la realidad y hablarnos del angst adolescente con la vistosa estética de un anuncio de Ikea.
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