Emociones hechas movimiento

Imput/Out side | Crítica de danza

El trío de estupendas bailarinas que interpretan Imput / Out side.
El trío de estupendas bailarinas que interpretan Imput / Out side. / M.G.

La ficha

***'Imput/Out side. Cía. Lucía Bocanegra. Concepción, dirección y coreografía: Lucía Bocanegra. Intérpretes: Esther Moreno Suárez, Diana «Wondy» Grytsailo y Lucía Bocanegra. Asistente de dirección: Luna Sánchez Arroyo. Iluminación: Hugo Bocanegra. Música: Benji Sancho Talbot. Fecha: Miércoles, 14 de abril. Lugar: Teatro La Fundición. Aforo: El permitido.

Bajo el epígrafe El futuro es ahora, diez jóvenes artistas de la danza tomaron, en junio de 2019, el Teatro Central para demostrar, con sus trabajos, que el relevo generacional de la danza contemporánea andaluza es ya una realidad.

Una de las protagonistas fue la joven bailarina sevillana Lucía Bocanegra con su coreografía breve Imput/output. Una pieza que ahondaba en los estereotipos que rodean el comportamiento femenino y que ahora ella misma ha ampliado y puesto a disposición de otras dos magníficas bailarinas como son Esther Moreno y Diana “Wondy”.

Porque si algo ha demostrado Bocanegra en estos últimos años, además de su entusiasmo y su buena madera de bailarina, es que como artista tiene mucho que contar.

En Imput/out side nos presenta un universo femenino protagonizado por un trío femenino amplificado al infinito por un mundo de sombras y proyecciones que se pierden en el sugestivo muro del fondo de la sala.

La música electrónica y las luces crean un ambiente casi psicodélico y conducen la acción en todo momento mientras que el acertado vestuario se convierte en el gran motor de la dramaturgia: unas túnicas blancas, largas hasta los pies, que nos remiten a imaginarios ligados a la religión, o a internados de férrea disciplina; o tal vez a hospitales psiquiátricos donde la danza se vuelve sometimiento, violencia, prisión para el cuerpo y la mente.

Poco a poco esas mujeres, con una gestualidad descriptiva y repetitiva empiezan a rebelarse contra sus vestiduras/ataduras y comienzan una lucha encarnizada, y no exenta de remordimientos, entre el tejido que las cubre –que ellas muerden con saña- y los cuerpos luminosos que, junto con sus espíritus, pugnan por salir a la luz.

Al final, terminado el combate, exhaustas en el suelo, con un canto polifónico celebran la liberación y la esperanza de volver a ser.

El público que, en los límites de lo permitido, llenaba la sala (demostrando una vez más que la cultura sigue siendo segura) aplaudió con fervor.

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