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Margret Koell | Crítica

Sofisticación de la melancolía

Margret Koell en la iglesia de San Luis

Margret Koell en la iglesia de San Luis / Lolo Vasco

Con una espectacular arpa galesa, esto es, de tres órdenes, copia del modelo de Charles Evans de en torno a 1736 que se conserva en el Museo Victoria y Alberto de Londres, la arpista tirolesa Margret Koell vino al Femás a ofrecer el repertorio de su último disco en solitario, dedicado a John Dowland y Henry Purcell.

Justo empezó su recital con una Suite para clave de Purcell en el que mostró ya las posibilidades del instrumento y el sentido de su programa, con el intenso cromatismo del preludio y el tono noble y doliente de la zarabanda, que luego contrastó admirablemente con la alegre rusticidad de un hornpipe, antes de afrontar su primer Dowland, un melancólico Farewell laudístico.

Así, entre aires populares, danzas cortesanas y arreglos de famosas canciones y arias (Flow my tears, Can she excuse my wrongs de Dowland; Here the Deities Approve o el Lamento de Dido de Purcell), Koell planteó su mirada a una música pensada originalmente para otros instrumentos (el arpa se usaba en el XVII sobre todo en la parte del bajo continuo) y dominada en buena parte por la melancolía, y lo hizo con un fraseo de gran flexibilidad y notable riqueza ornamental.

Las posibilidades del instrumento, con su fila de cuerdas cromáticas en el centro, tanto a la hora de cantar como a la de acompañarse, fue bien apreciable en las canciones, pero también sus limitaciones en dinámicas, colores y variedad de ataques. Koell logró pese a ello bellos matices de claroscuro (en el Farewell de Dowland o el Lamento purcelliano, por ejemplo) y buscó nuevos terrenos al presentar el estreno en España de una obra del algecireño José María Sánchez Verdú, Ariadne, que recorre todo el registro del instrumento, mostrando sus virtudes polifónicas tanto como la fragilidad de sus melodías y se mueve en los límites dinámicos. Enlazó además la obra con tres famosas canciones italianas (Frescobaldi, Caccini) en arreglos anónimos para el arpa, que le permitieron mostrar la agilidad de su pulsación en los pasajes disminuidos.

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