Crítica de Flamenco

Mejor en el tumbao

Son muchos los músicos que coexisten en Andrés Barrios. Hablamos principalmente de un pianista flamenco y de otro de jazz latino. Digo otro porque no siempre esta coexistencia se articula con solvencia. Encontramos también, como chispazos, la influencia de la música y el jazz contemporáneo. Y son ramalazos muy interesantes. Como en los tangos, el número que más me gustó de la noche. De hecho me gustó más la parte de jazz latino que la flamenca. En la taranta eché de menos los medios tonos y el olor a tierra. También la soleá me pareció desdibujada. Como pianista flamenco Barrios tiende a la solemnidad, a la épica. Como pianista flamenco Barrios es un intérprete romántico. Pero todo eso desaparece cuando hace acto de presencia el ritmo. Todo se vuelve complicidad, inmediatez, naturalidad. Y energía. A ello contribuyó la estupenda percusión de Manuel Reina. De hecho los dos músicos de Barrios son intérpretes de jazz. Magníficos los tangos, la rumba y la bulería latina. Incluso encontró su sentido, y mucho, la épica. Grandes temas, brillantes arreglos y gusto por el tumbao, incluso con alguna cita como el Guantanamera. En la bulería final se acoplaron ambos discursos, el flamenco y el jazzístico, aunque como digo en este último lenguaje Barrios resulta más elocuente. También me gustó como acompañó el cante de Cintas. No tanto en las alegrías, que en realidad era una canción por cantiñas. Pero mucho en la soleá: íntimo, muy respetuoso con la voz, pero a la vez imaginativo. Barrios es un músico virtuoso de gran inventiva, solo le falta articular las distintas influencias que conviven en él.

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