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Metal flamenco con denominación de origen

Juan Vergillos

24 de mayo 2015 - 05:00

Bandas: Fausto Taranto, Lin Cortés y El Canijo de Jerez. Lugar: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla. Fecha: Viernes, 22 de mayo de 2015. Aforo: unas 600 personas.

La sorpresa de la noche fue Fausto Taranto, un grupo granadino de metal que incorpora una guitarra flamenca y una cantaora. El grupo tiene un sonido pesado, contundente, radical, en el que incorpora de forma natural ritmos y palmas flamencas y algunos dejes jondos en la voz de su cantante principal. Por eso el espectáculo se abrió, de forma natural, con las bulerías morentianas Yo escucho los cantos con las guitarras distorsionadas. El metal flamenco no es una novedad, ya que se practica desde los años 90 en Estados Unidos y Europa con grupos como Flametal, Breed 77 o Impureza. Fausto Taranto es el primer grupo español en sumarse a esta tendencia. Quizá sea el síntoma de que el metal español ha alcanzado su madurez. Aunque el primer metálico flamenco fue, naturalmente, Enrique Morente, del que Fausto Taranto entonó la caña La Alhambra lloraba en la recta final de su concierto. Y es que, si hay algo heavy, radical, en la música española, eso es el flamenco.

Los referentes no flamencos del cordobés Lin Cortés son los músicos afroamericanos de los 70 y 80 y, no en vano, en su recital sonó el Superstition de Stevie Wonder. También, ¿cómo no?, El lago de Triana, de los ya habían versionado las bulerías Recuerdos de una noche los integrantes de Fausto Taranto. Cortés propone un flamenco-pop cool, con su voz oscura y lisérgica. Vino con una banda de escándalo en la que destacaron los teclados de Toni Romero, el tapping de Pepe Bao, premiado en el Festival de las Minas y la voz de Andreas Luzt.

El Canijo de Jerez, por su parte, repasó su cancionero mostrando que, si no es un cantante muy dotado, le sobra energía, carisma y voz para trasmitir entusiasmo, ironía y buen humor. Un cancionero fresco, vital, que fue coreado por su público en toda su extensión de manera que los fallos técnicos de su micro quedaron silenciados. Presentaba La lengua chivata, que es un nuevo ramillete de rumbas frenéticas con aires de pop, regae y spaghetti western. El jerezano abrió su concierto con la voz de Manuel Molina, naturalmente.

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