LA PÍCARA DE CERVANTES | CRÍTICA DE TEATRO
Cervantes bien pudo ser mujer
Javier Perianes descuelga el teléfono justo después de haber estado hablando con su padre. Antes, estuvo comiendo con su mujer, celebrando la noticia, y atendiendo llamadas de hermanos, otros familiares y amigos. "Este tipo de reconocimientos son siempre una oportunidad extraordinaria para mirar atrás y dar las gracias a la gente que ha estado ahí siempre", afirmó el pianista onubense, nacido en Nerva, que ayer recibió a sus 34 años el Premio Nacional de Música, en la modalidad de Interpretación, que concede el Ministerio de Cultura y está dotado con 30.000 euros, un hito más en la brillante y prestigiosa carrera de este músico que se formó en Huelva, Sevilla y Madrid con profesores como Julia Hierro, Lucio Muñoz, María Ramblado, Ana Guijarro y Josep Colom, y que estudió con Richard Goode, Alicia de Larrocha y Daniel Barenboim. Para todos ellos quiso tener un recuerdo, porque a todos ellos, dijo, les corresponde "un pedacito" del premio.
Perianes -premiado junto al zaragozano Jesús Torres, éste en la modalidad de Composición, y al sevillano de adopción Kiko Veneno, en la categoría Músicas Actuales- estaba la mañana de ayer en su casa deshaciendo la maleta, recién llegado de Marsella, donde había ofrecido un recital la noche del martes, cuando recibió la llamada del secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, y hasta llegó a preguntarse, reconoció en declaraciones a este diario, si no sería "una broma". Lejos de eso, el galardón viene a alabar, como reza el fallo del jurado, su "versatilidad a la hora de escoger un amplio repertorio", así como su "compromiso con la difusión de la música española" y su sensacional proyección internacional, "con presencia en los más importantes festivales y salas de conciertos del mundo, junto a orquestas y directores de gran prestigio". También los valores humanos que han hecho de él "un modelo para la joven generación de intérpretes españoles".
"Me quedo sin palabras. Qué decir... Me parece un exceso, no me considero un ejemplo para nadie, pero más allá de sentirme enormemente sorprendido, es otro motivo más para dar las gracias", declaró el pianista, artista en residencia del Teatro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, y que aunque acaba de terminar una grabación de piezas de Chopin y Debussy que verá la luz en octubre de 2013 en el Harmonia Mundi, su sello discográfico de siempre, encara en las próximas semanas una intensa agenda -"la he visto más desahogada otras veces, sí", bromea- en la que se incluyen, entre otros compromisos, un concierto en Las Palmas con el Cuarteto Quiroga la próxima semana, su debut en los Campos Elíseos, en San Pertersburgo y con la Orquesta Filarmónica de Londres.
Por su parte, el jurado que galardonó a José María López Sanfeliu, conocido artísticamente como Kiko Veneno, resaltó "su contribución decisiva durante más de tres décadas y media a la integración de tradiciones musicales internacionales e hispanas, difundiendo el compás, enriqueciendo con ingenio y calidad poética el formato de la canción popular". En declaraciones a este periódico, el intérprete, nacido en Figueras en 1952 pero criado en Cádiz y residente desde hace muchos años en Sevilla, prefirió ver el galardón como un reconocimiento "a una generación, la mía" y a una visión de la música "callejera, intuitiva, que entra a disparar. En todo lo que he hecho me ha ayudado mucha gente, y con ellos debo compartir este premio". No le incomoda esa escurridiza diferenciación entre las categorías de Música y de Músicas Actuales, en la que ha ganado él. "Para empezar, si yo administrara el Estado lo último que haría es darme un premio a mí, destinar dinero a eso", bromea, "pero supongo que con lo de músicas actuales están respaldando a la música popular, a una tradición que se va renovando".
Veneno parece gozar de cierto equilibrio entre la aceptación del público y la veneración de los exquisitos, pero él niega que sea un músico de culto: "No, lo que yo hago es popular: accesible, claro, sencillo. La percepción de todo cambia con las modas o lo que digan los medios, pero, por resumir, lo que yo hago le gusta a la gente normal, no a los intelectuales", manifiesta.
La distinción del Ministerio le llega en una de esas rachas en que los regalos de la fortuna -o las recompensas por los esfuerzos del pasado- se agolpan. Tras la celebración del vigésimo aniversario de Échate un cantecito, del que publicó esta primavera una edición especial, y "de los premios de la Rolling Stone y el Pop-Eye de Cáceres", recuerda, saca junto a Martín Buscaglia en Argentina y Uruguay un álbum elaborado a medias, El pimiento indomable, y para 2013 prepara Sensación térmica, su nuevo trabajo en solitario, que tendrá a Refree como productor.
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