Muere Merce Cunningham, símbolo de la danza moderna americana

Parece que los grandes forjadores de la danza del siglo XX comienzan a ser historia. Tras la inesperada desaparición hace varias semanas de la creadora alemana Pina Bausch, la pasada madrugada fue el americano Merce Cunningham quien nos abandonaba tras casi setenta años de trabajo y de experimentación en el campo de la danza y en las relaciones de ésta con el resto de las artes plásticas.

Tras estudiar danza y teatro en el Instituto Cornish de Seattle, donde conocería al músico John Cage, el mejor de sus colaboradores hasta su muerte, acaecida en 1992, Cunninghan fue hasta 1945 primer bailarín de la compañía de Martha Granham, la auténtica creadora de la denominada modern dance. En ella interpretó algunos de sus personajes más emblemáticos, como el de Cristo en la coreografía El Penitente (1940), pero su inquietud y su independencia lo impulsarían pronto a fundar su propia compañía y, con ella, un trabajo ininterrumpido que no siempre fue entendido y mucho menos bien acogido por el gran público.

Sin ser inventor de ningún lenguaje ni de ninguna técnica concreta, ningún coreógrafo anterior se había atrevido a ocupar el espacio con tanta libertad, eliminando toda idea de centro para privilegiar cualquier ángulo en el que surja el movimiento y descartando la idea de la danza como narración gestual de temas anecdóticos basados en la literatura o la imaginación. Por otra parte, su enorme curiosidad por todas las formas de expresión lo llevaron a vincular la danza con otras artes en desarrollo y, por ende, con pintores como Jasper Johns, Andy Warhol o Robert Rauschenberg y con músicos como Cage, David Tudor, La Monte Young y otros muchos, por no hablar de su interés por la arquitectura de Daniel Libeskind y por tantas otras disciplinas relacionadas con el espacio, el tiempo y el movimiento.

Al igual que la música contemporánea, la danza moderna comienza a salir de los teatros y se muestra en museos, galerías de arte y otros espacios más o menos alternativos. De hecho, Merce Cunningham y John Cage ofrecen, durante diez años, recitales de danza y piano en distintas facultades y auditorios de EEUU y, en 1952, presentaron Event, un trabajo basado en un sistema de relaciones alógicas o casuales entre danza, teatro, música, literatura y arte.

Sin embargo, hubo que esperar hasta 1964, a su regreso de una gira triunfal por un buen número de ciudades europeas, para que los neoyorquinos empezaran a interesarse y a apreciar un trabajo que en 1968 convertiría a la Merce Cunningham Dance Company en la compañía estable de la Brooklyn Academy of Music y al coreógrafo en el innovador más importante de la danza moderna.

Conocido sobre todo por su colaboración con Cage, Cunningham es el primer coreógrafo que reivindica la absoluta independencia de la danza frente a la música, definiendo la relación que se establece entre ambas como una relación de coexistencia e introduciendo el método aleatorio, algo que Cage había descubierto con la publicación en Estados Unidos, en 1950, del hoy mundialmente conocido método chino I Ching. Tras la muerte del compositor, el coreógrafo ha seguido, hasta el día de hoy, una interesante investigación sobre la danza asistida por ordenador.

En sus muchos años de trabajo, Merce Cunningham ha firmado coreografías como Four walls (1944), The Seasons (1947), Nocturnes (1956) Summerspace (1958), Variation V (1965), Second Hand (1970), Changing Steps (1973) y otras muchas hasta llegar a su último trabajo, Nearly Ninety, firmado en 2008 e interpretado por una compañía que, según ha informado la Fundación que lleva su nombre, seguirá en activo durante dos años a partir de ahora, lo justo para cumplir con los compromisos adquiridos.