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Nacho Vegas | crítica

Canciones de amor y compromiso

  • Nacho Vegas ofreció en la sala Malandar un concierto especial de fin de la gira de su disco "Violética" ante un público que abarrotó el recinto.

Nacho Vegas

Nacho Vegas / Diego Lozano

Se quedó pequeña la sala Malandar en la noche del viernes para acoger el concierto de Nacho Vegas, que a pesar de estar frente a una audiencia enorme y gritona dio un recital sorprendentemente íntimo. Canciones sin pirotecnia ni confeti añadido, solo interpretadas por un grupo de músicos plenos de talento y un líder carismático con presencia y convicción sobrada para entregar sus canciones intemporales de amor y compromiso.

Tras las notas introductorias de Actos inexplicables, el concierto comenzó con El corazón helado, estableciendo el tono de la noche. Las letras de Vegas son poderosas y alusivas y rápidamente tuvo a casi toda la audiencia pendiente de cada una de sus palabras. Así continuó con La plaza de la Soledá, subiendo la emoción del concierto; con Ideología cambió el dial hacia el post-punk y con Ciudad vampira demostró que domina también la ligereza y el humor.

Nacho Vegas parece darlo todo en sus conciertos, pero nunca lo hace, la clave está en la moderación; con estas canciones alteró su cadencia hasta un crescendo, pero luego se curvó de nuevo con Miss Carrusel y una versión muy efectiva de Ser árbol que comenzó acompañado suavemente por las guitarras de Irazoki y Baos antes de que entrase toda la banda para terminarla y hacer latir el corazón del concierto con Nuevos planes y Crímenes cantados, interpretada a medias con Boba, que nos puso los pelos de punta con la monstruosa historia de xenofobia y racismo institucional que nos cuenta.

Cada canción que interpretaba era ya un triunfo: Morir o matar, llena de energía; La pena o la nada, majestuosa; Cómo hacer crac, en la que nos metimos todos en la propia mente de Nacho Vegas, y La gran broma final, para terminar el set. No es elocuente ni encantador, pero Vegas derrocha ingenio y es tan bueno hablando de las cosas que odia como de las que ama. Volvió con ese Maldigo el alto cielo que escribiese Violeta Parra para que Vegas nos perfore el alma cuando la canta él, y todo finalizó con Michi Panero… pero qué espectáculo fue.

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