CARTA BLANCA A ASAO | CRÍTICA

Sin público se muere la Música

Navarro, Calvache y Zapata.

Navarro, Calvache y Zapata. / Federico Mantecón

Continúa imparable el triste declive de la asistencia del público sevillano a los conciertos, sobre todo una vez pasado el ecuador de las fiestas primaverales. Sesenta personas el jueves para escuchar a uno de los mayores especialistas en Bach de la actualidad y apenas treinta este viernes para oir a dos jóvenes valores locales del canto. Si ni siquiera la ASAO, organizadora del concierto, consigue movilizar a sus socios, apaga y vámonos.

En la primera parte, focalizada sobre el mundo de la ópera, las dos cantantes pusieron en liza sus armas. Patricia Calvache presenta una voz lírica-ligera caracterizada por el cuerpo de su sonido, lejos de las evanescencias propias de las puramente ligeras. No, hay carne en esa voz, densidad en la zona central y un color de bellas tonalidades. Cabe destacar su estupenda técnica de emisión y de proyección. La voz es firme, sin ondulaciones, emitida a gola aperta y proyectada de forma ortodoxa en los resonadores faciales, de manera que sin tener que forzar la emisión la voz corre con naturalidad, sin esfuerzo, sin golpes de glotis. Posee una buena línea de canto, un legato muy bien regulado y se mueve con facilidad por el terreno de la coloratura, como se evidenció en sus escalas descendentes y en sus notas picadas en el fragmento rossiniano.

Por su parte, María Zapata, lírica spinto, posee sobrado volumen y atractivo color, pero la emisión es oscura, la dicción borrosa ("Tu che le vonità" en vez de ""vanità", por ejemplo) y tiende a cantar siempre en forte. Su mejor momento fue el aria de Tannhäuser.

Manuel Navarro, en un agotador maratón, acompañó siempre con comedimiento y dejando fluir a las voces, dándoles la seguridad y el arropo que necesitaban.

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