Orquesta Barroca de Sevilla | Crítica

Mozart y la OBS contra los elementos

Un momento del concierto de la OBS

Un momento del concierto de la OBS / D.S.

Hacía frío (aunque quizás no tanto como en alguna de aquellas históricas veladas de Santa Marina), hubo que hacer cambios en el programa por la enfermedad de la solista inicialmente prevista y la acústica era inclemente (valga el eufemismo), pero Mozart y la OBS pudieron con los elementos. El niño de 11 años que compuso Apollo et Hyacinthus no sólo conocía ya a la perfección cómo funcionaban los mecanismos de tensión y relajación del sistema armónico, sino que otorgaba a sus melodías una gracia especial, una gracia que el conjunto sevillano captó con esa Sinfonia introductoria hecha desde una rigurosa articulación de cada frase. En el podio estaba un habitual violinista del grupo, Ignacio Ábalos, que mostró estupendas maneras en la Sinfonía nº29, obra ya de un Mozart de 18 años, que se las sabía todas. Especialmente interesante me pareció la claridad (intuida en ocasiones, por aquello de la inclemencia acústica) en los juegos imitativos de las dos partes de violín en los desarrollos de los allegros de apertura y cierre. Fue un Mozart sinfónico con continuo (clave y fagot se unieron discretamente a la fiesta), que se aceleró y se hizo más incisivo desde el Scherzo, con dinámicas más contrastadas y un final de especial energía rítmica.

Para entonces, la soprano donostiarra Arantza Ezenarro había puesto ya voz a Ah, lo previdi, un aria de concierto dramática, con un final (“cavatina”, lo llama Mozart) de sugerente dulzura en el que el oboe de Jacobo Díaz se elevó maravilloso para poner la nota pastoral a una interpretación fogosa en las partes más líricas y dicha con absoluta propiedad en las declamadas. Luego, Ezenarro, voz homogénea y cálida, vibrato quizá excesivo al principio (¿o era la dichosa cúpula?), cantó también Voi avete un cor fedele, otra aria de concierto que le exigió especialmente en los agudos y salvó con seguras y elegantes agilidades.

El concierto navideño tuvo la singularidad de un audaz programa en el que la música navideña estaba por completo ausente. Pero para eso están las propinas, esta vez con Noche de paz y Adeste fideles (este último entonado con fervor por parte del público). Era el tercer año consecutivo que la OBS ofrecía este concierto con el patrocinio del Consejo de Hermandades y Cofradías. Que sigan con ello, por favor, pero, si es posible, en un mejor emplazamiento. Feliz Navidad.

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