Paisajes sublimes

El convento de Santa Inés reabre sus puertas al arte contemporáneo con la exposición multidisciplinar 'El pasado en el presente' del programa Iniciarte

Antonio Barahona, Mariana Hormaechea, Jesús M. Sánchez y Claudia Ihrek en la inauguración.
Antonio Barahona, Mariana Hormaechea, Jesús M. Sánchez y Claudia Ihrek en la inauguración.
Charo Ramos Sevilla

09 de marzo 2015 - 05:00

Una nueva generación de comisarios se abre paso en el panorama artístico andaluz y Mariana Hormaechea, nacida en Vizcaya en 1983 y afincada en Sevilla, es uno de los rostros con más futuro de esta hornada. La también responsable de El vídeo en el aula -cuya tercera edición arranca el 18 de este mes en la Fundación Valentín de Madariaga- decidió presentar a la convocatoria de Iniciarte 2015 un proyecto de exposición colectiva que resultó seleccionado y cuyos resultados pueden verse hasta el 3 de mayo en el convento de Santa Inés, que ha reabierto así sus puertas a la creación actual tras muchos meses clausurado.

El pasado en el presente. Construcciones del paisaje contemporáneo a partir de lo sublime es el título de la muestra y en ella Hormaechea ofrece un marco teórico y conceptual a las propuestas, en su mayoría inéditas, de tres artistas emergentes que responden aquí a las expectativas que su talento había suscitado en otros contextos, como galerías, becas y certámenes.

La muestra, explica su organizadora, "examina cómo ciertos autores construyen el paisaje contemporáneo a partir de una mirada romántica; una mirada contemplativa, introspectiva, evocadora de lo sublime en la naturaleza". Los artista elegidos, Jesús M. Sánchez, Claudia (Ihrek) González y Antonio Barahona, nacidos los tres en la década de los 80, se enfrentan aquí al pasado desde una naturaleza que resume su idea de lo sacro y lo trascendente.

"Al igual que los paisajistas románticos ellos ven con la memoria e intentan construir el paisaje como la razón lo retiene", continúa Hormaechea, que entre las múltiples referencias con que ha armado su discurso en el catálogo editado para la muestra recalca la importancia que Le Corbusier confería al adiestramiento de la mirada del artista, "porque es sólo con ésta como se construye el paisaje", según enseñaba el suizo a sus estudiantes de arquitectura.

Dividida en tres ámbitos, la exposición dedica su margen izquierdo al proyecto Límite primitivo de Antonio Barahona. Lo integran tres óleos de gran formato pintados a caballo entre el natural y el estudio donde el artista busca "un equilibrio" en el que reconocerse y reconciliarse con el mundo. "Aunque hasta ahora los trabajos de Barahona se encuadraban en la figuración naturalista, con Antonio López como principal referente, en Límite primitivo su paleta se llena de luz, con colores incluso fluorescentes, y el resultado es una obra más hipnótica y onírica que la que suele caracterizarle", detalla Hormaechea ante el primero de los lienzos, que enfrenta al espectador a una sobresaturación vegetal, con infinidad de ramas, hojas, briznas de yerba, tallos y troncos.

La segunda pieza es un óleo sobre lino que representa un gran paisaje, con el horizonte ordenando el cielo y la tierra. Un campo de hierba joven en el que la comisaria encuentra relaciones con los intensos horizontes de la pintora Clara Gangutia.

La tercera y última obra de Barahona la protagoniza un enorme tronco que acapara la atención con su arrolladora verticalidad. La variedad de recursos empleada, como frotados, empastes, pintura líquida y collage, contribuye al asombro de poder descubrir, dice la comisaria, "el universo en un solo elemento: la parte por el todo, el cosmos en un tronco".

La fotografía es, en cambio, el lenguaje del que se nutre Claudia (Ihrek) González para reflexionar sobre su toma de conciencia como artista. Mediante seis collages, la autora, que proviene del cine y la narrativa audiovisual, construye un paisaje fragmentado en el que puede rastrearse la influencia de las composiciones de David Hockney, especialmente en el interés por aspectos plásticos como la luz y el color.

Las seis piezas que Claudia Ihrek reúne en su proyecto Conjuros ofrecen detalles de paisajes diversos -el Torcal de Antequera, el desierto de Almería, la Sierra Norte sevillana, la Cueva del Gato malagueña...- que invitan al espectador a evocar su experiencia personal ante la naturaleza. Ihrek analiza la relación de la figura humana en la construcción del paisaje mediante representaciones sutiles -vemos autorretratos de la artista o sombras masculinas que sirven de contrapunto a su propia identidad- y guiños a iconos de la pintura romántica como Friedrich.

Tanto para ella como para el tercer protagonista de esta exposición, Jesús M. Sánchez, el cine es una de las fuentes principales de inspiración. La referencia a Solaris de Andrei Tarkovski, por ejemplo, es más acusada en el caso de él, que parte de las primeras escenas de la película para su videocreación Hierofanías. Variaciones sobre Réquiem de Verdi I, II y III. Tres vídeos componen esta obra cuyo audio también ha creado el artista jiennense -a partir de una transformación digital y analógica de la pieza original- y donde se invita a viajar, desde lo luminoso a lo confuso, por una naturaleza sublimada por las nuevas tecnologías.

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