Paseo por la Europa de Murillo

Con mejor acústica y un par de cambios en el programa (se cayó la Batalla de Biber y en su lugar Alejandro Casal tocó en el órgano positivo unas famosas glosas de Correa de Arauxo sobre Todo el mundo en general), este concierto repetía el que la OBS dio en la Iglesia de la Anunciación el pasado 31 de enero con motivo de la celebración universitaria por Santo Tomás de Aquino.

Como entonces, Hiro Kurosaki mostró la versatilidad de sus maneras como violinista (uno de los grandes del Barroco en las últimas tres décadas), que parten de un sonido de notable lirismo, limpieza, claridad y exquisita finura, pero es capaz de mutar en una pieza como La Anunciación de Biber, en la que se hizo mucho más oscuro y profundo, por momentos casi expresionista.

Su perfil más ligero apareció tanto en una obra como la canzona de Selma y Salaverde (deliciosas las imitaciones con Mercedes Ruiz, teatralizadas en un interesante juego con el espacio, pues Kurosaki tocó desde un palco del segundo piso) como en los efectos que simulaban los lances de los tiradores en la Escuela de esgrima de Schmelzer, cuyo famoso Lamento por la muerte de Fernando III sonó en una interpretación más relajada que dramática.

Ventura Rico repitió su visión clara y medida de la virtuosística Susana passeggiata, muy sólidamente apoyada en un bajo de colores cambiantes. En las piezas puramente orquestales, la OBS mostró algunas de las virtudes que han hecho su prestigio: articulaciones ágiles, fraseo bien empastado (admirable Rosenmüller) y una vitalidad pujante y contrastada.