Patrick Kenzie regresa a las calles
El escritor norteamericano Dennis Lehane, autor de 'Mystic River' y 'Shutter Island', retoma el caso de una de sus mejores novelas, 'Desapareció una noche', en su nuevo libro, 'La última causa perdida'
El escritor estadounidense Dennis Lehane ha decidido reencontrarse con sus detectives más carismáticos, Patrick Kenzie y Angela Gennaro, y no contento con arrancarles de su ahora pacífica vida familiar, les hace retomar el caso de Desapareció una noche, considerada una de sus mejores novelas.
La última causa perdida (RBA) encuentra al matrimonio 12 años después y con una hija pequeña clave para entender cuánto ha cambiado el cóctel molotov que es esta pareja de ascendencia irlandesa (él) e italiana (ella), a la que Lehane recupera porque, dice en una entrevista con Efe, le "hablaron" de nuevo.
"No entendía qué me decían, y de pronto me di cuenta de que yo mismo acababa de ser padre y quería verles actuar desde ese punto de vista. Esta vez no escribo sólo sobre un detective, sino también sobre un padre que es más viejo, más lento, exactamente igual que yo", señala Lehane poco antes de trasladarse desde Madrid a la Semana Negra de Gijón. En la novela, la niña de Desapareció una noche vuelve a desaparecer doce años después, pero ahora la mafia rusa está implicada y los protagonistas ya no pueden arriesgar como antaño: tienen una hija y números rojos en el banco.
Exacerbar de tal forma la vulnerabilidad del personaje no es cosa banal para un autor de argumentos brutales como los de Mystic River, Shutter Island o la propia precuela de este libro, en la que el detective "hace lo correcto" cuando devuelve a la pequeña secuestrada a la inepta de su madre, arrancándola de un hogar en el que había encontrado amor y estabilidad.
Porque Kenzie es un detective de valores férreos. Para definirle, su autor recurre a Chandler, "a la idea de que un hombre debe caminar por las calles principales sin miedo y con la cabeza tan alta como sea posible". Ésta es la tradición que sigue el protagonista. No es el más inteligente, ni el más duro, pero sí pertinaz como la sequía: si dice que va a hacer algo, lo llevará hasta sus últimas consecuencias.
Tampoco considera Lehane arriesgado retomar a la pareja con un viejo caso cerrado. "Era lo correcto. Pretendo darle al lector la mejor historia, punto", indica. Compara el reencuentro con los personajes que le permitieron comprar su primera casa con la alegría de hallar unos viejos vaqueros: "Te traen tantos buenos recuerdos... Después te los pruebas, y ves que están pasados de moda, o ya no te entran".
"Cuando empecé a escribir estaba tan encantado de tener a Patrick de vuelta que todo fue fácil, pero enseguida surgió el asunto vaqueros y tuve que construir uno nuevo. Ahora es muy diferente, mucho menos independiente. El mundo les ha pasado factura, la crisis económica les ha hecho polvo, creo que nunca habían estado tan inseguros de sí mismos como en este libro", asevera.
La crisis, de hecho, ha pesado en esta novela escrita "desde la rabia", confirma el autor. "Todos sabemos quiénes la han causado y no sólo no están en la cárcel y nada ha cambiado, sino que siguen cobrando millones en incentivos. En Estados Unidos pretenden convencer a la gente de que la culpa ha sido de los impuestos, los sindicatos y los funcionarios. Estoy muy cabreado, tengo suerte pero veo a muchos de mis amigos pasarlo mal con todo esto", espeta.
No hay lugar para las injusticias en la filosofía de este autor marcado por su crianza en Dorchester, una zona muy conflictiva de Boston durante los años setenta, una olla a presión en la que Lehane creció rodeado de su familia irlandesa en un ambiente tabernario en el que se valoraba ser un buen "contador de historias".
"Fueron tiempos violentos pero fascinantes y me abrieron mucho los ojos. Hay quien dice que nacer en tiempos interesantes es una bendición, otros que una maldición. No sé si sería el mismo escritor si hubiera nacido en Iowa, por ejemplo", reflexiona un autor que últimamente cada vez lee menos ficción a pesar de su querencia por Cormac McCarthy y Elmore Leonard.
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