Paula Comitre | Crítica

Viaje a la semilla

Paula Comitre  y su grupo en el escenario del Teatro Cajasol.

Paula Comitre y su grupo en el escenario del Teatro Cajasol. / Remedios Malvárez

¡Qué delicia de versión de la soleá de Arcas que llevó a cabo Juan Campallo! Casi podíamos ver a Paula Comitre como una reencarnación de aquellas bailaoras decimonónicas que hicieron las delicias de los parisinos, londinenses y neoyorquinos. Como Trinidad Huertas La Cuenca que fue, al decir del Maestro Otero, la primera bailaora en zapatear en la soleá de Arcas. Por supuesto que actualizando el mensaje a nuestra sensibilidad, tanto en lo musical como en lo coreográfico, vestuario, iluminación y puesta en escena. Casualmente, o quizá no tanto, la mayor parte del repertorio que escuchamos hemos de situarlo en una etapa, finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en que el público jondo demandaba novedades a los artistas. Y así surgieron hasta 20 melodías distintas por guajiras, la farruca, la mariana, etc. Por cierto, qué delicia la Guajira de los de Cuba de La Rubia, tanto en la voz de Jesús Corbacho como en el cuerpo de Paula Comitre. Es, como la soleá de Arcas, una de las melodías más bellas del repertorio flamenco. Y, como la composición de Arcas, bastante desconocida y transitada por los flamencos de hoy. El repertorio decimonónico, sobre todo el de guitarra de concierto, es un patrimonio bellísimo y desconocido. El día en el que los flamencos lo descubran, volverán a asombrar al mundo, como hicieron hace 150 años. Comitre es una atleta, como la mayoría de los bailaores actuales. El vestuario es también de atleta. Pero en el escenario, que no abandonó salvo por unas milésimas de segundo, estaba desde el principio la bata de cola y el mantón. Y es que todo el recital parecía un viaje hacia la soleá en la que culminó la representación, delicia de mantón, bata de cola, pies, remates, mudanzas, muñecas, caderas, ... Una vuelta a los orígenes dancísticos de la intérprete, que fueron ayer mismo. Solo que resulta sorprendente el nivel de madurez alcanzado por la bailaora en tan poco tiempo. Ella disfrutó y nosotros disfrutamos.

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