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Crítica 'Hablar'

'Podemos movie'

hablar. Drama coral, España, 2015, 78 min. Dirección y guión: Joaquín Oristrell. Fotografía: Teo Delgado. Música: Alejandro Pelayo. Intérpretes: Raúl Arévalo, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz, María Botto, Antonio de la Torre, Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta, Álex García, Petra Martínez, Secun de la Rosa, Melanie Olivares, Nur Al Levi, Estefanía de los Santos, Carmen Balagué, Mercedes Sampietro.

Hablar exhibe ya desde sus créditos el hecho de estar concebida y rodada en un único plano secuencia. Parece ser esa la figura formal envolvente y colectiva con la que el veterano Joaquín Oristrell (Novios, Inconscientes, Dieta mediterránea) quiere sumarse ahora a la corriente indignada y podemil que atraviesa cierto sentir popular de un tiempo a esta parte, el gesto cinematográfico con el que abrazar la diversidad y el grito de los desfavorecidos y los locos (lúcidos), el dispositivo con el que trazar en tiempo real y vuelo metafórico un teatro de la vida que tiene al madrileño barrio de Lavapiés, conocido por su diversidad cultural y su pálpito urbano, como epicentro simbólico de un país que no pasa precisamente por su mejor momento.

Hablar no consigue, empero, que su filigrana formal funcione de forma orgánica y fluida. Más bien al contrario, ésta explicita demasiado su carácter escrito y teatral, su juego de idas y vueltas, entradas y salidas por el encuadre de una cámara que funciona más como lápiz que como ventana, haciendo que, en ocasiones, los tiempos y los espacios no fluyan tanto con verosimilitud como con sobreescritura y sobreactuación.

Parados, indigentes, solitarios, alcohólicos, buscadores de amor, barrenderas, pequeños empresarios, inmigrantes, actores, corruptos y corruptores se cruzan en apenas cuatro calles, a la salida de una boca de metro, para escenificar el hormigueo moral de la vida urbana con una voluntad de denuncia y crítica que suena demasiado a viejo cine político con nuevo disfraz digital, a teatro de calle algo vociferante para tiempos de precariedad y urgencia social.

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