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Poveda: el éxito como venganza

El cantaor catalán afincado en Sevilla presentó anoche en Fibes, donde repetirá hoy y mañana, su disco 'Sonetos y poemas para la libertad'

Sara Arguijo Sevilla

19 de junio 2015 - 05:00

Cuesta recordar a un artista que en los últimos tiempos haya ocupado Fibes tres días seguidos. Por supuesto es imposible pensar en un nombre que tenga que ver con el flamenco. Esta marca sólo la asumen las superestrellas. O sea, en lo jondo Miguel Poveda y pare de contar.

Una semana después del estreno en la gran pantalla del documental por sus 25 años en la música, el catalán llegó anoche a Sevilla con el aforo casi lleno para estrenar Sonetos y poemas para la libertad, su último álbum en el que transita por los textos de poetas universales como Lorca, Quevedo o Neruda y de otros recientes como Aute o Sabina y para el que ha contado con Luis García Montero en la elección de los poemas, Pedro Guerra en la composición musical y sus incondicionales Joan Albert Amargós en la producción y Chicuelo a la guitarra.

Un trabajo riguroso y estudiadísimo marcado anoche, sin embargo, por evidentes problemas de sonido que alejaron al artista del público en aquellos versos de Miguel Hernández que ya interpretara su admirado Serrat (para la libertad sangro, lucho, pervivo) con los que arrancó y en los que le siguieron. Haciendo casi incomprensibles las letras distanció al auditorio en fragmentos que deberían haber sido altamente emotivos, tal fue el caso de esa "denuncia a cualquier tipo de violencia y de conflicto", como manifestó al presentar el poema de Alberti a la guerra.

Claro que el público de Poveda siempre encuentra un buen motivo para venerar su voz y aplaudir sus gestos. Al fin y al cabo, Miguel da dos tazas a los que no quieren caldo. Por eso, pasó de las baladas a un repertorio de malagueñas, alegrías y tientos tangos con pataíta incluida con los que se ganó los primeros oles. Después, un emotivo recuerdo para Manuel Molina por bulerías. Y, como broche, las coplas… A ciegas, Y sin embargo te quiero, En el último minuto, La bien pagá, Me embrujaste… y un homenaje a Enrique Morente rozando la medianoche, antes de afrontar No volveré a ser joven y Tres puñales.

Todo porque la verdadera virtud del cantaor no está en su valentía sino en comprender lo que sus seguidores demandan. Dicho de otro modo, Poveda canta muy bien -cualidad, por cierto, completamente prescindible en el flamenco- pero, sobre todo, sabe cómo acercar y hacer accesible este arte a chavales que creen que las seguiriyas son un plato regional y señores que nunca admitirán haber llorado con una copla. Es decir, ha bañado la canción andaluza de sofisticación y ha ampliado su share con un inteligente concepto del espectáculo, como Mediaset con los realities. Esto le permite seguir una imparable carrera ascendente cantando lo que le dé la gana y que la gente lo siga tomando como referente, más allá de lo que interprete o de que otros lo hayan hecho igual o mejor. O de que ésta, desde luego, no fuera su noche.

Decía Frank Sinatra que la mejor venganza es el éxito masivo, así que si se quiere entiendan esto como una revancha del cantante que acabó con el público en pie como casi con toda seguridad volverá a hacer estos días. Es innegable que miles de personas pagan entre 20 y 90 euros de entrada predispuestos a salir encantados, aunque desearan que Poveda se quitara la pajarita de "Luis Miguel Poveda" -se oyó en el patio de butacas- y se sentara en su silla de enea con mejor suerte.

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