yo soy gente rara | Crítica de teatro

Quiero volver a brillar

Nieve Castro y Alba Suárez en un momento de 'Yo soy gente rara'

Nieve Castro y Alba Suárez en un momento de 'Yo soy gente rara' / Álvaro Rodríguez Galán

Nieve Castro, la autora de Yo soy gente rara y promotora, junto a Irene Barrera, de la compañía Ekléctica, es una de las culpables del éxito continuado de una versión desternillante y elaboradísima del Rocky Horror Madness Show que agota localidades cada vez que se pone en escena. Como dramaturga ha escrito los microteatros  Noche de bodas y Superlady. El espectáculo que estrenó anoche en el Teatro La Fundición es su primera obra de formato largo.

De la mano de Alba Suárez, ambas protagonizan este diálogo entre dos hermanas (Aurea y Aura) en el que abordan un tema de dolorosa actualidad, la salud mental, en este caso, de las jóvenes y sus síntomas: ansiedad, depresión y el coqueteo con el suicidio.

El equipo formado por Castro y Suárez funciona como una máquina bien engrasada y se aprecia el encomiable trabajo de Lola Botello que aparece en la ficha artística como directora de actrices.

Retrato de una juventud que sufre de ansiedad y trastornos de salud

Es en la historia que nos cuenta Yo soy gente rara  donde encontramos una indefinición que recorre toda la pieza. Se huye de llamar a las cosas por su nombre. Aparece un crack que sirve de detonante para que tu cuerpo se desconecte de tu ritmo interno pero enseguida se abandona para enmascarar la ansiedad de los dos personajes aparentemente provocada por distintos hechos biográficos.

El texto de Nieve Castro surfea entre la poesía y lugares comunes pero acierta cuando juega con el lenguaje como cuando conjuga el verbo ‘nostalgiar’.

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