REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA | CRÍTICA

La France, toujours la France!

Michel Plasson.

Michel Plasson. / D.S.

La presencia al frente de la ROSS de dos directores franceses, Marc Soustrot como titular y Michel Plasson como director honorario, ha basculado la programación de esta temporada hacia el repertorio francés y buena muestra de ello ha sido este programa inaugural constituído por dos de las composiciones más célebres del repertorio sinfónco galo. Son dos obras, la Fantástica y el Bolero, ya interpretadas en diversas ocasiones por la ROSS bajo distintas batutas, pero en esta ocasión el aliciente se centraba en comprobar cuál sería la aproximación de un director tan consumado en este tipo de obras como Plasson.

La sinfonía de Berlioz es una obra visionaria y sumamente personal, llena de perfiles y de recovecos que autorizan una amplia gama de enfoques a la hora de su interpretación, todos igualmente válidos. Plasson se decantó por un fraseo elegante, de trazo amplio y claro, más pendiente de la transparencia en las texturas y de los juegos de colores que en acentuar los perfiles más enérgicos y siniestros de la música. Así, por ejemplo, las oscuras frases de la cuerda grave que acompañan a la primera emergencia de la “idea fija” en el primer tiempo sonaron con tensión más bien contenida. A cambio, hubo sforzandi bien remachados en la conclusión del tiempo. A un vals elegante y pausado y un Adagio llevado con moroso mimo le siguió la explosión controlada de la marcha, llevada con solemnidad, y un Sabat dramático pero con contención en el que alcanzaron los metales momentos magníficos. Se agradece, por cierto, la disposición de las violas en primer plano, porque de esta manera fueron perfectamente reconocibles sus relevantes frases y sus pizzicati en momentos importantes del tercer tiempo. 

El espléndido sonido de la ROSS fue el protagonista de un excepcional Bolero, un verdadero prodigio de administración del crescendo llevado por mano firme y a buen tempo (siguiendo las indicaciones de Ravel de negra=72), dejando que cada instrumento y cada combinación instrumental adquiriese la presencia sonora y el brillo tímbrico perfecto.

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