Clasicismo de Haití a Viena

ORQUESTA DE CÁMARA DE BORMUJOS | CRÍTICA

Gibbon, Álvarez Calero y la Orquesta de Cámara de Bormujos
Gibbon, Álvarez Calero y la Orquesta de Cámara de Bormujos / Federico Mantecón
Andrés Moreno Mengíbar

25 de febrero 2022 - 22:43

La ficha

***Programa: Sinfonía nº 2, op. 11, en Re mayor, de Chevalier de Saint-George; Concierto para contrabajo y orquesta en Re mayor, de J. B. Vanhal; Sinfonía nº 59 en La mayor, Hob I/59, de F. J. Haydn. Contrabajo: Matthew Gibbon. Director: Alberto Álvarez Calero. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 25 de febrero. Aforo: Dos tercios.

Desde su nacimiento, la Orquesta de Cámara de Bormujos se viene especializando en la interpretación de la música del Clasicismo y del primer Romanticismo. Además de los autores más consagrados, Álvarez Calero ha volcado su interés y su trabajo sobre la recuperación de autores que, como los casos de Gyrowetz y Eberl en anteriores conciertos, o los de Saint-George y Vanhal en este último, alcanzaron gran fama en vida para pasar a la sombra eclipsados por nombres como los de Mozart, Haydn o Beethoven.

Álvarez Calero, como hubo ocasión de comprobar en este concierto, se aproxima al repertorio desde el conocimiento de las prácticas interpretativas de la época y su transmisión a un conjunto de instrumentos modernos, siguiendo lo que se viene en llamar la tercera vía. Ello supone un control del vibrato como elemento expresivo circunscrito a pasajes puntuales, así como a una articulación ágil, a base de arcos cortos y ataques enérgicos con acentos bien marcados y con agógicas dinámicas y vivaces. Así se evidenció en todo el programa, abierto con una sinfonía del peculiar Chevalier de Saint-George (nacido en Haití de madre esclava y convertido después en famoso violinista, director y espadachín en París) llena de contrastes dinámicos bien secundados por un conjunto de buen empaste (salvo puntuales desencuentros de los violines) y con unas brillantes trompas y oboes. Gibbon aprovechó la obra de Vanhal para mostrar su dominio de la agilidad y de los colores del instrumento, con amplio despliegue de juegos dinámicos, aunque con algunos desencuentros tonales en la cuerda superior en su registro agudo.

Como colofón, una sinfonía de Haydn de tempos bien marcados y de discurso fluido, de la que nos quedamos con el bien meditado y mejor conseguido contraste entre el staccato del Menuetto y el legato del Trío.

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