CULTURA

Santiago Posteguillo: "Hoy no podríamos encontrar un político tan coherente como César"

El escritor Santiago Posteguillo (Valencia, 1967).

El escritor Santiago Posteguillo (Valencia, 1967). / M. G.

Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) publica Maldita Roma (Ediciones B), la segunda de sus novelas dedicadas a Julio César, tras la primera, Roma soy yo, en la que nos muestra los orígenes del mito que hoy conocemos.

–En Maldita Roma recupera al Julio César más desconocido, pero no por eso menos trepidante.

–Nos encontramos ante una serie de acontecimientos de la vida de César, aparentemente muy conocidos, como es su ascenso político, su llegada al Senado, su encuentro con Cleopatra o el inicio de la Guerra de las Galias, pero está todo narrado desde lo desconocido de estos acontecimientos. Cómo llega a senador, que la gente no tiene por qué saberlo; la diferencia de edad entre César y Cleopatra, que tampoco nos lo solemos plantear o el hecho de que no tenía planificada la guerra de las Galias, tenía otro plan, ¿por qué lo cambió? Todo eso está en Maldita Roma.

–También es cuando Julio César comienza a forjar su leyenda, como sucede en la batalla de Bibracte, que es el primer gran enfrentamiento de la Guerra de las Galias.

–En la batalla de Bibracte, Julio César comienza a tomar una serie de decisiones que nunca se habían tomado en una guerra. Transforma la estrategia militar de Roma y de todo el mundo. Porque a partir de César se estudian en las academias muchas de sus estrategias. En Bibracte plantea, por ejemplo, que en vez de retirarte cuando te atacan por varios flancos, lo que debes hacer es maniobrar con tus tropas para seguir en esos flancos y permanecer en el combate. O crea la famosa guerra relámpago que tanto se utilizó en la II Guerra Mundial. Y otra innovación muy importante que aporta César es la logística, a la que concede un papel esencial, la tiene siempre en la cabeza. Otros militares que han iniciado conflictos armados, ya sean Napoleón o Putin, han demostrado que no sabían nada de logística. A Napoleón se le atraganta la invasión de Rusia porque no tiene en cuenta la climatología, ni la logística de suministros, y a Putin se le está atragantando Ucrania porque no ha tenido en cuenta el abastecimiento. Eso César siempre lo tenía presente. Moverse con rapidez, pero sin olvidarse de la línea de suministro.

–¿Julio César tenía una mirada larga, o simplemente era intuición, incluso suerte?

–Suerte, no. Lo que muchos entienden como suerte es lo que Séneca definía como la confluencia de la preparación con la oportunidad. César lo que hace constantemente es prepararse. Se prepara para ser mejor orador. Cruza todo el Mediterráneo, que era muy peligroso porque estaba plagado de piratas, porque quiere llegar a Rodas, porque está el mejor profesor de oratoria que era Apolonio. Y cuando le llega la oportunidad de entrar en el Senado va a equipado porque se ha formado. Y eso hay quien lo llama suerte, pero no lo es. Eso es trabajo. Y militarmente le sucede lo mismo. Observando y analizando todas las batallas que presencia.

–¿Qué criterio siguió a la hora de planificar las seis novelas que van a abordar la vida de Julio César?

–Las he planteado como una especie de unidades temáticas. En la primera novela, Roma soy yo, abordo el desconocido origen de César, su etapa como abogado. Esta segunda, Maldita Roma, es su ascenso político, su proceso de madurez y de maduración. La tercera novela abordará, sobre todo, la conquista de la Galia, con todo lo que eso afecta políticamente a todo el Mediterráneo. En la cuarta entrega me centraré en el enfrentamientos civil, cuando César no tiene más remedio que responder al hostigamiento que sufre con las mismas armas que sus enemigos. La quinta novela tendrá que ver con ese encuentro entre dos de los grandes titanes de la historia: César y Cleopatra. La sexta novela se ocupará del magnicidio.

–La Historia nos ha llegado con innumerables vacíos, ¿cómo los cubre?

–Los vacíos históricos hay que rellenarlos con lo que yo defino como hipótesis probables. Es decir, hay que rellenar los vacíos con acontecimientos y diálogos que sean verosímiles, porque encajan con las evidencias que sí tenemos. Trato de evitar que el lector vea las comisuras entre el dato histórico y lo que yo he añadido, no se tiene que notar. Y no tiene que pasar que por ser invención mía no haya sucedido, porque será una de las posibilidades más probables de lo que realmente ocurrió. De esa forma permites que el lector tenga un relato completo sin alejarse del hecho histórico.

–Muchos lectores tal vez contemplen el éxito de sus novelas como algo natural, que llevando la firma Santiago Posteguillo ya es suficiente…

–La verdad es que me volvería a aplicar la máxima de Séneca que anteriormente señalé. Quien pueda pensar que estas novelas salen sin esfuerzo está muy equivocado. Detrás de cada novela, de 900 páginas y unos 60 personajes, hay un amplio proceso de documentación, decisiones, viajes y meses de escritura y correcciones. Es mucho trabajo, que por otra parte me gusta. Siempre permanece el miedo, el vértigo, pero de momento nunca he defraudado a mis lectores. Trabajo, esfuerzo y preparación, esa es mi filosofía.

–¿Por qué nos sigue atrayendo el Imperio Romano?

–Porque, en gran medida, sobre todo Europa, pero también en los nuevos imperios, como es el americano o el chino, procedemos de ellos o copian esa inercia. Es una forma de entendernos mejor nosotros mismos, tanto en nuestros defectos como en nuestros aciertos.

–En su anterior novela, no dudó en señalar al presidente de Ucrania, Zelenski, como el dirigente político más parecido que podríamos encontrar en la actualidad a Julio César. ¿En Maldita Roma se mantiene el parecido?

–En esta novela César ha pasado a un estado superior. Aquí ya no solo es una persona que resiste. Ya es alguien de gran oratoria, que consigue grandes éxitos políticos, ganando cinco procesos electorales a los que se presenta, y además se empeña en cumplir con lo prometido, por lo cual vuelve a salir elegido. Desarrolla una política ajena a nuestros tiempos. Hoy no podríamos encontrar un político tan coherente como César. Ni en España ni en Europa.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios