MAX EMANUEL CENCIC | CRÍTICA

Galería de afectos para Senesino

Cencic en su regreso al Espacio Turina.

Cencic en su regreso al Espacio Turina. / Federico Mantecón

De los diversos castrati con los que trabajó Haendel en Londres (Berenstad, Farinelli, Carestini, Scalzi), fue Senesino para el que más música compuso expresamente. Alabado por la dulzura de su timbre, el brillo de sus agudos y la suavidad de su fraseo, Francesco Bernardi (que tal era su verdadero nombre) recibió de Haendel un marvilloso muestrario de afectos y pasiones en música, del que Cencic ha espigado un representativo ramillete que recorren la tipología de arias de la época, sentimentales, patéticas, de furor, de símil, etc.

Desde su anterior actuación en Sevilla hace ya casi diez años se ha podido apreciar una evolución de su voz hacia tonalidades más sombreadas, más tornasoladas en el centro, limando la aspereza en los ataques que por entonces eran evidentes. Ahora el sonido fluye con naturalidad, sin alteraciones en el paso de registros, con un centro muy bien cincelado y apoyado, con suficiente volumen, enlace bien sostenido con la zona grave (sin saltos de color) y ataques al agudo directos, sin estridencias y con proyección canónica. Se mantiene, eso sí, la maestría en el fraseo, siempre atento a cada matiz retórico y a cada expresión de los afectos. En las arias más sentimenatles, como Dove sei (soberbio crescendo inicial) o Se mormora rivo, fue soberbio el despliegue de una línea ligada, mórbida, cantada a flor de labios y acentuada con gran sensibilidad y poesía. En el otro extremo, en las arias más agitadas brilló el croata con las largas vocalizaciones y las agilidades. Entre medias, un aria galante y desenfadada como Fra dubbi affetti miei salió de su boca con toda la gracia y la elegancia requeridas, haciendo uso del color de la voz como recurso expresivo. A recordar también la manera de desenvolver las frases y los acentos en el magnífico recitativo acompañado Pompe vane di morte.

Tras titubeos iniciales, el grupo orquestal se situó a gran nivel de empaste y de flexibilidad, sobresaliendo, en la obertura de Radamisto el uso variable del tempo en un juego de contrastes de gran eficacia teatral.

Una vez más hay que lamentar la ausencia de los responsables culturales de esta ciudad, la inexistencia de un servicio de fotografías para la prensa y la desidia en unos programas que, al no estar disponibles en papel, deben consultarse con el móvil a pesar de que la megafonía advierte de la prohibición de su uso durante el concierto. Parecía imposible hacerlo peor después de ediciones anteriores de este festival, pero este equipo de gobierno lo ha conseguido. Enhorabuena.

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