Sinfonía gótica: el mejor Guillermo del Toro

Crítica 'La cumbre escarlata'

Tom Hiddleston y Mia Wasikowska en un fotograma de esta fascinante historia de terror.
Tom Hiddleston y Mia Wasikowska en un fotograma de esta fascinante historia de terror.
Carlos Colón

19 de octubre 2015 - 05:00

LA CUMBRE ESCARLATA. Terror, thriller, EEUU, 2015, 119 min. Dirección: Guillermo del Toro. Intérpretes: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Doug Jones, Javier Botet, Jim Beaver, Burn Gorman, Leslie Hope, Kimberly-Sue Murray, Emily Coutts.

Guillermo del Toro acierta más cuanto menos trascendente se pone. Es un excelente artesano con capacidad visionaria en Cronos, Mimic, Blade II, Hellboy y hasta la machacona Pacific Rim. Pero resulta pedante, sin perder nunca su capacidad visionaria, cuando a través de la fantasía y el realismo mágico se interna en mundos más complejos, caso de El espinazo del diablo y El laberinto del fauno. Para fundir magia y guerra civil española hay que tener la altura poética de un Erice, único capaz de introducir a Frankenstein en un retrato del opresivo silencio y la represión de la posguerra. Afortunadamente en La cumbre escarlata Del Toro juega con el universo de la literatura y el cine gótico -con algún añadido gore- desplegando mejor que nunca su innegable capacidad visionaria en un juego que homenajea y reconstruye todos los tópicos temáticos del género gótico y toda su iconografía.

Desde Roger Corman a Tim Burton pasando por Mario Bava y Terence Fisher, desde los prerrafaelitas a los pintores académicos victorianos de paisajes ruinosos y desolados pasando por las ilustraciones de las novelas sensacionales, desde Matthew G. Lewis hasta Henry James pasando por el Poe de La caída de la casa Usher o el W. H. Hodgson de La casa en el confín de la tierra, desde la Charlotte Brontë de Jane Eyre hasta sus reescrituras por Daphne Du Maurier en Rebeca o por Standish en La senda de los elefantes pasando por la Emily Brontë de Cumbres borrascosas, todo el universo gótico-romántico parece estar citado, haber servido de inspiración o ser homenajeado. El acierto mayor de Del Toro es recurrir a dos grandes talentos para hacer realidad sus visiones: el director de fotografía danés Dan Laustsen (El vigilante nocturno, Mimic -la primera película hollywoodiense de Del Toro, producida por Ole Bordenal con quien Maustsen ha colaborado en la mayor parte de su obra-, En la oscuridad, Silent Hill) y sobre todo el genial diseñador de producción Thomas E. Sanders (Drácula de Bram Stoker, Hook, el Capitán Garfio, Braveheart, Salvar al soldado Ryan).

En parte gracias a los talentos de Laustsen y Sanders logra evitar el pastiche y crear una deslumbrante sinfonía visual gótica que fascina con independencia de la trama. La imagen se impone sobre la narración y arrastra a un dócil espectador que se entrega desde el principio a los placeres conjuntos del reconocimiento y el descubrimiento. El trío Mia Wasikovska (¿es casual que fuera la intérprete de la Jane Eyre de Fukunaga?), Jessica Chastain y Tom Hiddleston pone carne a personajes que sin su talento hubieran podido naufragar en las debilidades del guión escrito por Del Toro y Matthew Robbins, con quien ya había colaborado en Mimic. Los tres intérpretes -y muy especialmente las dos actrices- redondean la que sin lugar a dudas es la mejor película de Del Toro. Aquí el desasosiego de un universo podrido parece olerse, supurar desde la pantalla, alimentarse de todas las pesadillas soñadas, vistas o leídas.

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