Solistas de la ROSS | Crítica

Jerarquías y diálogos de cámara

Farré, Flores, Domínguez, Boiso y Baraviera en el Espacio Turina.

Farré, Flores, Domínguez, Boiso y Baraviera en el Espacio Turina. / Marina Casanova

La elegíaca Crisantemi, una obra que Puccini escribió a la muerte de un rey español (Amadeo I), sonó con una extraordinaria intensidad en los arcos de estos músicos de la ROSS. Alexa Farré impuso como guía un sentido dramático y severo más que el tono dulce hasta lo melifluo en el que a veces se envuelven estas melodías puccinianas.

Esa visión se trasladó al Allegro vivace para cuarteto de cuerda que dejó aislado Dvorák en 1881 (un proyecto interrumpido sin explicación conocida): el violín de Farré dominó imperioso una interpretación en la que las voces intermedias de Flores y Boiso parecieron súbditas más que compañeras y el violonchelo de Baraviera se alzó como el cimiento firme en el que apoyarse. Más allá de metáforas, una música de robusta arquitectura romántica levantada a partir de una inteligente (y cómplice) disposición jerárquica de sus elementos, entre los que el primer violín mantuvo la primacía.

Lo mejor estaba en cualquier caso por llegar con Miguel Domínguez sumándose al cuarteto para ese soberbio Quinteto con clarinete de Brahms en el que dominó una visión dialógica, clara y contundente, con un estupendo equilibrio entre las voces, un trabajo muy detallista con las dinámicas y un fraseo de elegante plasticidad, con el clarinete parloteando a menudo por encima de las cuerdas (apenas se lo oyó musitar, lo que apuntaló la idea de una visión más afirmativa que sugerente e inquisitiva de la magna obra brahmsiana), como en un Adagio de una calma trascendida, que parecía estar esperando la agitación nerviosa del Scherzo que nunca se produjo, pues en todo el movimiento se impuso la levedad del Andantino, una levedad tensa que adelantó la resolución mágica del Final, en el que los instrumentos asumieron sus variaciones bien asentados en la tierra, sin sublimaciones trascendentes. 

El concierto sirvió además como homenaje a un gran músico sevillano recién desaparecido: Piotr Szymyslik, clarinetista eterno de la ROSS, que murió de forma inesperada el último día de 2023. Séale la tierra leve.

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