Belén Maya y David Montero se preguntan qué es ser un ‘Ex’ en el Central
Artes Escénicas
La bailaora y el director y dramaturgo proponen una autoficción, llena de ironía, inspirada en la relación que mantuvieron
Belén Maya y David Montero fueron pareja durante una década, estuvieron tres años casados, se divorciaron. Con el fin de la relación se terminó igualmente la larga colaboración conjunta entre la bailaora y el director y dramaturgo, que había dado como fruto varios espectáculos, ocho, el mismo número de años que ambos se pasaron sin hablarse después de la ruptura. Pero un día, inesperadamente, Montero llegó hasta Maya con una propuesta. ¿Y si hacían una obra que se enfrentara, entre otras cuestiones, a las secuelas de ese distanciamiento, a las heridas que compartían? Ex. El final del simulacro se estrena este fin de semana (mañana y el sábado, 19:30) en la sala B del Central.
Montero fue franco con Maya y le adelantó que "siempre desde un espacio de autoficción, donde como en el yo poético hay cosas que son verdad y otras que no, íbamos a crear algo mostrando que habíamos sido pareja". El responsable de propuestas como Si yo fuera madre o Turismo interior supo asimismo que en la investigación que promovieran tenían que estar los dos en el escenario, "que yo iba a escribir la pieza y a dirigirla, pero debía también interpretarla, no tenía sentido que alguien hiciera de mí", detalla sobre un espectáculo que lleva su título a otras cuestiones, como la de "si es verdad que hemos dejado de ser lo que aseguramos que ya no somos".
De nuevo con el apoyo de La Suite, "con los que tengo una complicidad artística que funciona muy bien", el espacio escénico de Lugadero y la composición musical y la voz en directo de Elena Córdoba, Novia Pagana, "porque necesitábamos a alguien de otra generación, más joven", Ex se hace preguntas como "si es posible tener una mirada crítica sobre la historia sin necesidad de reinventarla".
"Hay una cuestión que me ronda la cabeza últimamente", sopesa Montero, "y es que parece que vamos al teatro para confirmar lo que ya pensamos. Cuando la obra se posiciona ideológicamente, el público que viene, al menos en propuestas contemporáneas, suele ser progresista, y, no sé, me da la impresión de que todo se hace para que nos mostremos en contra de la injusticia, a favor de la igualdad, pero no para que nos hagamos preguntas", reflexiona el creador. "Me atraía hablar de antiguas relaciones de pareja, y cuestionarnos algo más que quién fue el bueno y quién fue el malo, porque ahora los análisis se reducen a la víctima y al victimario. Y esas categorías valen a menudo para explicar una historia, pero otras veces no. Si alguien tiene una relación durante años, es probable que esos papeles se intercambien, que no ocupe uno todo el tiempo el mismo rol".
El público de Ex. El final del simulacro se reencontrará con la bailaora valiente e inquieta que es Belén Maya, "pero yo le he pedido también su participación como actriz y va a sorprender en esta faceta", asegura Montero, que añade que la intérprete está "muy divertida". Porque, pese a que el material de una antigua pareja que se reencuentra y contrasta los relatos que cada uno tenía de esa relación podría haber incurrido en la solemnidad, "la pieza es una comedia. Tenía muchas ganas de trabajar un lenguaje contemporáneo con ironía", dice su director, que con la edad agradece cada vez más las virtudes de la ligereza. "El drama confirma que nos tomamos demasiado en serio, que nos creemos importantes, y la comedia nos quita importancia: vemos desde arriba las peleítas en que nos enredamos y asumimos que somos hormiguitas sin tanta trascendencia como la que nos otorgamos", apunta sobre una obra que maneja como referencia El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder, "pero lo que tiene ese clásico de drama nuestra pieza lo tiene de comedia. Los finales felices son un acto de fe, pero con la edad me atrae más apostar por la risa y la esperanza".
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