MARÍA LUISA | CRÍTICA DE TEATRO

Texto poético sobre la vejez

Una escena de 'María Luisa', la útima pieza de Juan Mayorga

Una escena de 'María Luisa', la útima pieza de Juan Mayorga / javier nadal

Juan Mayorga asistió ayer al estreno en Sevilla de su última obra que también dirige, María Luisa, y que se convierte en su primera colaboración desde que asumió la dirección artística de La Abadía.

La obra parte de una anécdota que cuenta el propio autor. Un amigo, portero de un edificio, le comentó que le había sugerido a una señora mayor que pusiera más de un nombre en su buzón para impedir que los cacos pudieran entrar en su casa al suponer que vivía sola.

Esta chispa de la vida real hace que Mayorga cree una simple, pero solo en apariencia, comedia que encierra varios mundos en ella y que acaba involucrando a los espectadores.

Lola Casamayor, estupenda e inigualable actriz, encarna a esta mujer que  ve, como en su casa aparecen tres individuos que responden a los nombres que ha puesto en el buzón. De esta manera, mágica, la soledad, trufada de un principio de Alzheimer o cierta demencia senil (que nunca se explicita en la pieza) se convierte en una égloga sobre la vejez, la soledad impuesta y  los sueños que se pueden hacer realidad. 

Mayorga se recrea dejando volar esta pequeña historia llenándola de poesía, jugando con el lenguaje y sin importarle hasta donde puedan llegar la confusión entre la realidad y la fantasía. Sus intérpretes, de nuevo una inmensa Lola Casamayor, junto a Jorge Basanta, José Luis Alcobendas, Marisol Rolandi, Juan Vinuesa y un Juan Paños en un papel de poeta muy agradecido, convierten la pieza de Mayorga en un deleite que pretende, y consigue dar felicidad.

María Luisa irradia positividad de principio a fin y abre un camino a la esperanza y las ganas de vivir.

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