Toda la baraja de las emociones

Crítica de Flamenco

Juan Vergillos

11 de julio 2015 - 05:00

FLAMENCO A TRES

Choni Cía. Flamenca. Baile, coreografía y dirección: La Choni. Cante: Alicia Acuña. Guitarra, composición y dirección musical: Raúl Cantizano. Lugar: Cicus. Fecha: Jueves 9 de julio. Aforo: Casi lleno.

Me sorprendió La Choni en el taranto con un cambio de registro. La coreografía, la actitud y los crótalos de la gran Fernanda Romero, una de las maestras de este género de baile minero. El pelo rizado y suelto, animal, y la percusión metálica iluminando la noche. El baile de Romero era un prodigio de técnica y garra y La Choni lo emula con convicción, en un registro inédito en ella. Claro que puede ser también, si se lo propone, una gata salvaje. En las alegrías el modelo es Matilde Coral, la escuela sevillana, descalza y eufórica, melosa.

Si en el taranto la bailaora se revuelve exaltada, se tensa, en las alegrías se desnuda y se engorda, se adueña de la escena toda. Delicia del mantón enseñoreándose de la noche. Y de repente, el silencio. La compenetración con el cante y la guitarra es total. Pero de repente, en el silencio de las alegrías, nos quedamos a solas con la bailaora y las estrellas de julio. La Choni seduce con las muñecas, con los hombros, con la mirada cómplice. Se divierte y nos divierte. Se entrega y se aleja. Pero todos sabemos que es un juego, que ha venido aquí a entregarse. Se entrega.

En la farruca el modelo es Gades. Si el taranto fue tensión emocional y las alegrías puro placer, el círculo, el arte de mujer; en la farruca surge la austeridad formal, la virilidad, la línea recta. La bailaora pasó, sin quebrarse, por todos estos tonos de la baraja emocional humana. Con todo, quizá su mejor baile fue la sentimental malagueña del Mellizo, que Acuña dijo admirablemente, con la bata de cola. Porque en esta fórmula del barroco sevillano que simboliza esta prenda de baile es donde más cómoda se siente la bailaora. Una fórmula que es almíbar puro, horror vacui. Que nos empacha pero de la que siempre queremos un poco más. Cada nota, cada rasgueo, cada golpe en la tapa de la guitarra, cada suspiro del cante, tiene su refrendo en las manos, en el hombro, en la cadera.

stats