Cultura

Vándalos del amor

Femás 2015. Vandalia: Rocío de Frutos, soprano; Gabriel Díaz, contratenor; Víctor Sordo, tenor; Javier Cuevas, bajo. Programa: 'O dulce contemplación' (obras de Juan Vásquez). Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Domingo 22 de marzo. Aforo: Casi lleno.

El Siglo de Oro de la música sevillana, que ha dominado la programación del Femás desde el pasado miércoles, no puede restringirse a la que se hacía en la Catedral en los años gloriosos de Escobar, Peñalosa, Fernández de Castilleja, Guerrero y Lobo. Los palacios de la nobleza eran también centros en los que la práctica musical alcanzaba cotas de distinción y refinamiento muy notables. Como ejemplo, la figura del extremeño Juan Vásquez, cuyas publicaciones de sonetos, villancicos y canciones realizadas en Osuna y Sevilla en 1551 y 1560 son las fuentes fundamentales, junto a los cancioneros manuscritos, de la música vocal profana de todo el Renacimiento español.

Y Vásquez vino en la mañana electoral del domingo a poner necesario contrapunto a tanto (y tan soberbio) arte sacro. Fue Vandalia (qué bello nombre para un conjunto andaluz de música antigua) el grupo que defendió de forma extraordinaria la música del compositor pacense. Criados y formados en algunos de los más distinguidos conjuntos sevillanos de las últimas décadas (del Coro Juan Navarro Hispalensis al Coro Barroco de Andalucía), los cuatro solistas de Vandalia son ya habituales colaboradores de los mejores grupos del país, y forman juntos un cuarteto excepcional, que es lástima que no se prodigue más.

Con un repertorio de piezas a tres y cuatro voces, casi todo él de temática amorosa, con textos que iban del culteranismo más exquisito al más liviano gracejo popular, el conjunto logró una asombrosa variedad de matices y colores, apoyándose para ello en la calidad individual de sus voces, las cuatro proyectadas con claridad y pulcritud, en su mezcla magníficamente equilibrada y transparente, bien perfilada por los extremos y sólida en el centro, en su forma de moldear las dinámicas, marcar los acentos y frasear con flexibilidad, todo ello en beneficio de una sugerente calidez expresiva. Los vándalos andan desatados, y hasta los álamos de Sevilla se estremecen.

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