Música

Un sentimiento ligero y libre

  • La Orquesta Almaclara-Inés Rosales celebra hoy el 8-M con un concierto en el que reivindica la obra de seis compositoras de diferentes países y épocas

La Orquesta Almaclara-Inés Rosales, en un concierto.

La Orquesta Almaclara-Inés Rosales, en un concierto. / D. S.

"Cuando puedo trabajar regularmente me siento una vez más en mi elemento", escribió en una ocasión Clara Schumann, a la que su carrera como pianista, su labor docente y el hacerse cargo de sus ocho hijos, especialmente después de la muerte de su marido Robert, le impedían dedicarse a aquello que le otorgaba la felicidad: la composición. "Me invade un sentimiento muy diferente, más ligero y más libre, y todo parece volverse más luminoso y alegre. La música es una gran parte de mi vida, y cuando debo prescindir de ella, es como si me privaran de mi energía corporal y mental", aseguraba.

El testimonio de Schumann inspira el título del concierto con que la Orquesta Almaclara-Inés Rosales celebrará en la Sala Cero el Día Internacional de la Mujer, Todo parece volverse más luminoso y alegre, una velada (a las 20:30, 14 euros) en que la formación interpretará piezas de Maddalena Lombardini, Fanny Hensel Mendelssohn, Louise Farrenc, Florence B. Price y Amy Beach, y conmemorará también los 15 años de andadura con el Preludio y fuga, Op. 16 n° 3, de Clara Schumann, la primera pieza que la orquesta tocó un 8 de marzo de 2008.

"En la temporada en la Sala Cero", explica la violonchelista Beatriz González Calderón, "no solemos hacer programas solamente de mujeres, como si estuviesen aisladas en una burbuja, sin que se sepa de qué época son ni cómo vivieron, por qué pasaron a un segundo plano. Nos gusta contextualizar y juntar en un mismo repertorio a Clara Schumann con Robert, a Fanny Mendelssohn con Felix... Pero el 8-M nos pareció una fecha pertinente para dar visibilidad a la obra de algunas compositoras y centrarnos en ellas", prosigue la directora de la orquesta, que hoy propone un recorrido histórico desde un primer clasicismo hasta el siglo XX y geográfico, con autoras de diferentes países como Italia, Francia, Alemania y EE UU.

Todas ellas, como Clara Schumann, no importa la época o el estrato social al que pertenecieran, sintieron esa necesidad casi febril de expresarse pero llegaron a dudar de sus capacidades por un entorno que concedía la gloria tan sólo a los hombres. Pese a que su talento fuera incuestionable y se sobrepusiera a los obstáculos, como le sucedió a Maddalena Lombardini (Venecia, 1745-1818), "un personaje curiosísimo", cuenta González Calderón, criada en un hospicio en Italia no porque fuera huérfana, sino porque la familia era muy pobre y no se podía hacer cargo de ella. Recibió una educación casi por caridad, pero pronto se dieron cuenta de que tenía un talento increíble para el violín y fue alumna de Tartini, el máximo especialista de la época".

Lombardini conoció la aceptación y el éxito –su Concierto para violín triunfó en Londres–, como Louise Farrenc (París, 1804-1875), "cuyas obras llegó a tocar una leyenda como Joseph Joachim". Al revivir sus partituras, en Almaclara-Inés Rosales se preguntan qué llevó a que sus figuras perdieran relieve con el paso del tiempo, sufrieran el agravio de la desmemoria. "Posiblemente en su tiempo no estaría bien visto que se dedicaran a la composición, y tenían sus detractores, pero su trabajo era celebrado, no se entiende por qué hoy no suenan más", lamenta González-Calderón, que considera una clave que "no publicaran, o publicaran muy poco, que era un rasgo de profesionalización. Con Fanny Mendelssohn (Hamburgo, 1805-1847), por ejemplo, pasaba algo singular: su hermano y su padre la animaban a componer y a que organizara sus veladas musicales, pero ponían el grito en el cielo ante la perspectiva de que publicara... Ella lo hizo, y poco, cuando se murió el padre y con el apellido del marido, que sí la apoyaba".

“Hay que cuidar el legado de estas autoras, su repertorio”, defienden desde la orquesta

La estadounidense Amy Beach (New Hampshire, 1867-Nueva York, 1944) regresa a los atriles de Almaclara-Inés Rosales, esta vez con Tres corales sobre William Shakespeare, Op. 39. "Es que Beach nos apasiona. Asombra cómo su lenguaje va evolucionando, cada obra que tocamos de ella es distinta", señala González Calderón. La también norteamericana Florence Price (Little Rock, 1887-1953) sufrió el peso de los estereotipos raciales. "Como a Nina Simone, las convenciones de la época quisieron llevarla al góspel, al jazz, a lo que se creía que era la música negra".

Sobre la situación de la mujer en la música de hoy, González Calderón opina que "hemos mejorado, pero queda mucho por trabajar. En el Concierto de Año Nuevo alguien cuestionó que cuándo iba a dirigir una mujer y el presidente de la Filarmónica de Viena, Daniel Froschauer, respondió que se trataba de una cita de mucha responsabilidad. Y estamos en 2023", analiza. "A menudo me preguntan si es necesaria una orquesta de mujeres, y sólo hay que ver los estudios de cuántas autoras se programan en los auditorios de música. Instrumentistas, cantantes, hay muchísimas; directoras, no tantas, y mujeres compositoras, casi ninguna si no están seleccionadas por una efeméride. Eso es lo que tenemos que hacer, luchar por el repertorio, por el legado. Investigar, estudiar", sugiere la violonchelista, que vuelve a su admirada Clara Schumann para despedirse.

"Era muy habitual en su época que cuando se componía una sinfonía se hiciera una reducción para piano, o para piano a cuatro manos, con la idea de que se pudiera tocar más a menudo. Las reducciones de Robert Schumann las hacía Clara, de ese dato se habla abiertamente en sus diarios. Se publicaron a nombre de Robert, y lo respeto, responde a un pacto tácito familiar. Pero hoy, 2023, que sabemos eso, ¿no se puede poner un asterisco y aclarar que la reducción fue realizada por Clara Schumann?".

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