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Ana Barriga: "A la pintura la quiero y la respeto, pero no mucho"

La Colección Thyssen-Bornemisza ha adquirido recientemente su obra 'Say Cheese', convirtiéndose en una de las piezas más grandes de la colección

Ana Barriga durante su residencia en SOLO Castanedo. / Cortesía de la Colección SOLO
Guillermo Amaya Brenes

20 de julio 2025 - 07:00

La artista Ana Barriga (Cuartillos, Jerez, 1984) nos concede esta entrevista durante su residencia en SOLO Castanedo (Santander). La que posiblemente es la artista andaluza con mayor proyección internacional nos habla de sus más de 10 años de trayectoria, de sus próximos proyectos en Corea, Nueva York y Sevilla y de lo que supuso la capital hispalense en su desarrollo como artista.

Pregunta.En septiembre se cumplirán 10 años de su primera exposición individual en la galería Birimbao, El hombre y la madera. Dentro de esta exposición se mostraba la obra titulada Quién será el que me quiera a mí. ¿Se ha sentido querida en estos 10 años? ¿Quién la ha querido durante este tiempo?

Respuesta.¡Qué fuerte que hayan pasado 10 años ya de aquella exposición! A la vez pensaba que había pasado más tiempo, debe ser por lo intenso que ha sido todo. A pesar de ese título, yo siempre me he sentido muy querida por todo el mundo, tanto antes como ahora. Ojalá ese amor sea eterno.

P.En aquellos momentos, aunque apenas había expuesto individualmente, ya se había reconocido su trabajo a través de diferentes premios y becas como la de Iniciarte (que se le otorgó antes de finalizar la carrera de Bellas Artes). ¿Cómo se imaginaba que sería su trayectoria artística en aquellos inicios?

R.Realmente no me lo imaginaba. Ahora sí, ya le he visto las orejas al conejo. Ya sé que quiero la zanahoria. Doble o nada.

P.Es evidente que en 10 o 12 años, su pintura ha cambiado bastante. No obstante, también existen ciertos elementos reconocibles respecto a su obra actual. ¿Qué cree que es lo que más ha cambiado en su obra y qué ha permanecido en ella desde entonces?

R.Lo que creo que permanece en mi trabajo es que me sigo sorprendiendo con cada cosa. Cada proyecto que hago me lo tomo como si fuese el último. Porque a pesar del tiempo, esto sigue pareciendo un milagro, tan frágil que parece que se puede caer en cualquier momento y romperse. Todo el rato te enfrentas a lo desconocido, todo el rato te pones a prueba. Vivirlo así es hacerlo con una intensidad que no sé cómo sigo teniendo pelo. En cuanto a lo que más ha cambiado, diría que la mano. La mano al final no funciona tan mal como pensaba. Ahora mi mano es mi mejor amiga.

P.En otro sentido, en esa exposición de Birimbao o en su exposición de Iniciarte, había obra geométrica, algo que sorprende viendo tu obra actual.

R.Es que ahora tengo una medicación que equilibra y unifica todas mis personalidades. En aquella época un día me levantaba expresionista abstracta, otro geométrica, otro conceptual… Bueno conceptual, conceptual, no he sido nunca, porque tampoco es que piense mucho. Pero iba probando un poco de todo y sigo probando. Eso sigue estando de alguna manera en mi obra, pero en un terreno más acotado. Yo ya sé la música que me gusta bailar, con la que me siento cómoda.

P.Hace apenas unas semanas se hacía pública la adquisición de su obra Say cheese por parte de la Colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza. Una pieza de 8 metros de largo por 3 de alto que se convierte en una de las más grandes de esta colección. ¿Qué supone para usted que su obra esté en una de las colecciones más prestigiosas del país?

R.Lo que ayer era sueño, hoy es realidad. La fiesta acaba de empezar, esto es un baile más de tantos que están por llegar. Es como si la vida te dijera Pide por esa boquita, ¿qué tú quieres mamá? Fíjate, nada es imposible.

P.Hablando de éxitos, ¿cuál considera que ha sido el mayor de su trayectoria artística?

R.Ha habido exposiciones, concursos, colecciones a las que he llegado, personas que he conocido… Todo eso es maravilloso, pero para mí el mayor éxito es poder seguir vacilándome esto, seguir bailando “fuelte”. Y esto no tiene que ver tanto con el arte, sino con vivir la vida a hierro. El pellizco que tenía en esa primera exposición en Birimbao es el mismo que el que siento por el proyecto que inauguro ahora en Santander con Colección SOLO. El agujero negro en el que caí no acaba, siempre va a más. Nunca es suficiente, nunca es demasiado.

P.Suele decir que tiene suerte de poder vivir esto a tiempo real y en primera persona. En todo momento es consciente de esa realidad que está viviendo.

R.Cuando he dicho en algunas entrevistas que tenía más probabilidades de ser prostituta o drogadicta antes que artista (lo digo con todos mis respetos), es porque pienso que en realidad, por el entorno y el contexto donde me he criado, tenía más papeletas de dedicarme a cualquier otra cosa antes que artista. Yo no he tenido facilidades en ese sentido, como muchos otros. No he tenido un contexto en el que se me haya acercado al arte y a la cultura desde pequeña. Pero sí que me han educado en la fuerza y el entusiasmo, que al final es lo que te lleva a cometer ciertas locuras. Bendita locura. Pintura, bendito milagro. Y sí, que bonito vivir esto a tiempo real y que no te lo cuenten.

'Quién será el que me quiera a mí' / Cortesía de Birimbao

P.¿Cree que ahora está en su mejor momento profesional?

R.Llevo 10 años diciendo que este es el mejor año de mi vida. Y realmente lo sigo pensando. Este es el mejor año de mi vida. Pero porque realmente no me falta de nada, lo tengo todo. Y pueden ser proyectos más grandes o más pequeños, al final se trata de la dimensión que tú le das, ya sea un proyecto expositivo o tomarte un café con una amiga. Intento hacerlo todo salvaje y bonito.

P.Antes decía que era un sueño que su obra estuviera en la colección Thyssen. Hoy, ¿con qué sueña? ¿Dónde le gustaría llevar su obra?

R.Pues me encantaría hacer una colaboración con Lu Yang, por ejemplo. Una artista japonesa que tiene una obra que me parece una puta locura. Me encantaría hacerle, aunque fuese, un animalito de los que aparecen en sus películas. También me encantaría que mi obra quedase y que cuando nos invadan los extraterrestres piensen que lo que hay en mis cuadros, es como ha sido la vida en la Tierra.

P.Su obra se ha vendido en ferias y galerías de países como Estados Unidos, México, Reino Unido, Emiratos Árabes, Corea, etc. ¿Cree que tiene más aceptación en algunos países que en otros?

R.La verdad que en ese sentido me siento bastante afortunada. Tiene cojones que siendo de un pueblito de mil habitantes y con un acento andaluz de pueblo, mi obra se entienda en Nueva York, en Corea o en Miami. Es una locura. No hay ningún sitio donde haya sentido que mi obra no se haya entendido (o eso pienso yo). La primera vez que expuse en Dubai, pinté una niña de espaldas que meaba sobre el ojo de un conejo y fue el primer cuadro que se vendió. Me acuerdo también que en México vendí otro que era La osa mayor, una osa rosa que tenía pintado un “xoxo” negro enorme. ¿Quién me iba a decir a mí que alguien quería tener La osa mayor en su casa? Es como un milagro, por eso yo siempre digo eso de “¡Pintura, bendito milagro!”.

P.¿Hasta qué punto piensa que las exigencias del mercado influyen en su obra?

R.No me dejo influenciar por el mercado. Yo voy todos los días al estudio pero voy al ritmo que creo que debo ir, sin dejar de lado las oportunidades, pero tampoco sobresaturándome a mí misma. Más que nada para mantener mi verdad como persona y como artista.

P.¿Considera que en ocasiones es necesario crearse un personaje o un alter ego para moverse dentro de ciertos círculos del arte contemporáneo?

R.Es cierto que a los artistas no nos suele gustar lo estándar, pero creo que hoy en día es casi más fantasía ser alguien normal que alguien extravagante. Lo que no creo que sea necesario es desplegar algo que uno no es. O mientes muy, muy, muy bien o al final el confeti se cae.

P.Actualmente está en Santander en la residencia SOLO Castanedo, ¿puede contarnos un poco sobre el proyecto que está desarrollando allí?

R.Me he tomado este mes en Castanedo como un regalo para hacer algo que nunca había hecho y que siempre he querido hacer: dibujar. Habré dibujado de pequeña como cualquier niño, pero no debía ser muy buena porque mi familia no guarda ningún puñetero dibujo de cuando era niña. Aprendería más tarde, imagino. Lo que he querido es poner en valor la esencia del lenguaje sencillo que te da el papel y el lápiz. Como yo soy un poco barroca, creía que me podía ir bien explorar ese lenguaje. Al final ha sido mentira porque los dibujos me han quedado cargadísimos. Pero bueno, sí que me ha servido para cerrar una temporada loquísima y creo que lo que he desarrollado acabará dando sus frutos, quizás dentro de 70, 90 ó 320 años.

P.Dice que su familia no guarda dibujos de cuando eras niña. ¿Cuándo sintió la vocación realmente?

R.Yo había fracasado tantas veces en los estudios que me quité. Le dije a mis padres que de las cuatro niñas que habían tenido, tres le habían salido bien y yo había salido distraída. Así que me puse a trabajar en un bar. Fue el encargado de ese bar el que me decía que tenía que dedicarme al arte y el que acabó inscribiéndome en la escuela de arte, en ebanistería. Acabé entrando y todo lo que anteriormente habían sido fracasos en los estudios, en la escuela de arte empezó a cambiar. Y acabé trabajando en la carpintería donde hice las prácticas. Como le había cogido el rollo a los muebles, un día le dije a mis padres que me iba a la playa cuando realmente iba a hacer un examen para entrar en un ciclo de diseño de muebles en Cádiz. Tenía miedo a suspender, por eso no dije nada a nadie. Entré en ese ciclo, dejé la carpintería y ahí es cuando me empezó a interesar un poco más el tema. Como el siguiente paso era la Facultad de Bellas Artes, eso hice. Y es allí donde me obligaron a pintar y pensé ¿Este veneno qué es? Dame más. Ahí es cuando caí en el agujero negro en el que sigo metida.

P.Vamos a pasar del pasado al futuro. ¿Puede hablarnos de tus próximos proyectos?

R.Empiezo la temporada con un solo booth en la feria KIAF en Corea, con Río & Meñaca Gallery. En la misma semana inauguro una colectiva con ROOM57 Gallery en Nueva York. A la semana siguiente tengo una exposición individual, también en Nueva York, con Allouche Gallery. Después tengo un muro en Madrid y otro en Sevilla. Y acabo el año con una individual en Birimbao, también en Sevilla. Muy feliz de cerrar el año en Sevilla, una de mis macetas.

P.Precisamente en mayo presentaba el cartel para el I Festival de Ópera de Sevilla y próximamente tendrá estos proyectos que acabas de mencionar en la ciudad. ¿Qué supone Sevilla para usted?

R.Pues en Sevilla es donde empezó todo, donde comenzaron todas las conspiraciones. Sin Sevilla en esta historia, no existiría Ana Barriga, eso lo tengo claro. Igual ocurre con Jerez. Pero es verdad que en Sevilla se fraguó todo. Es cuando por primera vez supe qué era un artista, cómo se movían los artistas, cómo se alimentaban, cómo se desarrollaba la cosa. Sevilla es el germen de todo lo que está ocurriendo ahora. Precisamente cuando presenté el cartel de la ópera lo decía a boca llena, que era una oportunidad para agradecerle a Sevilla lo que en su día hizo por mí.

La obra 'Say cheese', adquirida por la Colección Thyssen-Bornemisza / Cortesía de la artista

P.Hablemos un poco más en profundidad de su obra. En sus cuadros conviven un trabajo pictórico minucioso y una serie de grafismos, pintadas y borrones que parecen vandalizar la propia pintura. ¿Cuál es la intención que la lleva a hacer esto?

R.Así es como le digo a la pintura que la quiero y la respeto, pero no mucho. Hacer este tipo de cuestiones me permite quitarle seriedad a temas solemnes con los que me gusta trabajar, como el amor o la religión. Está claro que la vida es complicada, pero no creo que haya que tomársela tan en serio. De alguna manera es una forma de tomarme la vida con humor, sarcasmo e ironía, de reírme de mí misma. Hacer de esto algo más divertido, porque la vida se empieza sabiendo que nos vamos a morir. Y nosotros pintando. La preocupación de nosotros…

P.¿Qué cree que hay en su obra que la hace diferente del resto?

R.No creo que mi obra sea muy diferente a la del resto. Al final hay un lenguaje universal bajo el que todos intentamos respirar. Todos tenemos la misma camiseta, sólo que uno la lleva por dentro, otra por fuera, otro cortada y otro remangada. Pero al final todos salimos vestidos a la calle.

P.¿Qué es lo que más le inspira a la hora de pintar?

R.Ponerme a prueba todo el rato. Retarme a mí misma para ver si soy capaz de resolver una idea que se me ha pasado por la cabeza a través de la pintura. Es como estar todo el tiempo descubriendo regalos. Es verdad que eso te deja boca abajo y es una montaña rusa emocional, porque gran parte de mi felicidad acaba dependiendo de eso. La pintura acaba siendo una droga, mi tesoro, mi señora, la que me descontrola y a la misma vez me calma solamente con decirme hola. Como diría C. Tangana.

P.¿Podría definir su obra en pocas palabras?

R.Yo no, yo sólo pinto. Pero si le preguntas a alguien un poco más inteligente que yo, seguro que te la define en pocas palabras.

P.Como le ocurre a cualquier artista, imagino que su obra recibe críticas. ¿Le llegan?

R.Algunas llegan, aunque también es verdad que a la cara me llegan pocas porque saben lo chunga que soy. Es una realidad que a mí me está yendo bien y eso impide que venga alguien a decirme que lo estoy haciendo mal. Y al que le esté yendo mal, tampoco le llegarán muchas críticas, por pena o por lo que sea. A mí la crítica al final me da un poco igual, lo que me preocupa son las lentejas que estoy haciendo ahora mismo.

P.¿Y usted misma es autocrítica con su obra?

R.No.

P.En contrapartida, hay mucha gente, tanto dentro como fuera del gremio, que admira su obra. ¿Consideras que ha llegado a despertar cierto fenómeno fan en parte de ese público que la admira?

R.Hay cosas que me pasan que están muy guay. Yo nunca imaginé que iba a ir al Leroy Merlin y que un tipo me iba a conocer o que yendo por la calle alguien iba a querer hacerse foto conmigo. O cuando presenté el cartel del festival de ópera, que muchísima gente quería que se lo firmase. Es algo muy bonito pero también muy desconcertante.

P. ¿Qué artistas ha tenido como referentes en todo este tiempo?

R.Hay muchos. Acabo de ver una exposición de Maruja Mallo en el Centro Botín que ojalá nadie la viese y pudiera copiarla entera. Como te he dicho antes, estoy muy pendiente de lo que hace Lu Yang. También me gusta mucho el trabajo de Mariajosé Gallardo, María Cañas, Rubén Guerrero, Luis Gordillo o Guillermo Pérez Villalta. Hay un montón de artistas que están ahí y aunque no estén presentes todo el rato, sí que hay una admiración a su obra. O el Bosco, que es un artista que redescubro a cada momento.

P.Si no hubieras sido artista, ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?

R.Cuando trabajé en la carpintería me encantaba. Quizás también hubiera sido muy feliz siendo carpintera. Así podría ir por ahí dando serrucho.

P.Me gustaría acabar esta entrevista preguntándole sobre qué función piensas que tiene el arte.

R. El arte me ha servido para poder vivir en pasado, presente y futuro a la vez. El vivir tan intensamente se lo debo al arte. Yo siempre digo que si me muero mañana, que nadie llore por mí, porque al final el arte me ha ido sorprendiendo y dando cosas muy bonitas cada día. Lo que le aporta a la gente, no lo sé. Me pregunto qué puedo aportar yo como artista o qué puede aportar mi obra a la persona que la ve o que la compra. No lo sé.

P.¿Quiere añadir algo antes de acabar?

R.Que el arte es una de las mentiras más maravillosas que puede haber. Pero al fin y al cabo, ¿qué coño hay de verdad?

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