El arte de contar y de cantar una historia
Lavi e Bel. Autor y director: Emilio Goyanes. Intérpretes: Larisa Ramos, Nerea Cordero, Piñaki Gómez y Antonio Leiva. Música en directo: Alejandro Cruz Benavides. Música original: A. Cruz Benavides y Emilio Goyanes. Iluminación: Miguel Miñambres. Escenografía: Carlos Monzón. Lugar: Teatro Central. Fecha: Miércoles, 9 de febrero. Aforo: Casi lleno.
Al igual que el circo cuando la vocación es sincera, el teatro es algo que se lleva en el ADN. Por eso nos alegramos de corazón cuando a esos teatreros de una pieza, como Emilio Goyanes, le llegan las maduras. Sobre todo porque ésta no es la mejor época para el teatro privado, y porque ha quedado patente que los premios recibidos en los últimos tiempos por esta compañía, fundada en Granada en 1992, no son fruto de la suerte o la casualidad.
Con una clara vocación por el teatro musical y el cabaret, como demuestran su Cabaret Caracol (2000) y su exitoso Cabaret Líquido (2008), Lavi e Bel sigue profundizando en esta vía, a sabiendas de que cuenta con unos actores completísimos, capaces, no sólo de cantar, sino de cambiar de registro en un segundo y de pasarse los personajes de unos a otros como un balón en un partido de la NBA; además de con un fantástico músico todo terreno como Alejandro Cruz.
A estos ingredientes, sabiamente manejados por Goyanes, hay que añadir ahora un elemento que suele fallar en numerosos espectáculos: una fantástica historia, perfectamente lineal y capaz de emocionar al público con sus vicisitudes: los avatares de un lanzador de cuchillos y de su familia a lo largo de tres generaciones. 90 años de historia de España -la 2ª República, la guerra, el exilio...- y de esa América que supo recoger generosamente a tantos artistas nuestros, flamencos incluidos. Historia que toma partido, que da una gran unidad a la pieza y que está narrada de forma extraordinariamente clara, a través de recursos meramente teatrales entre los que la iluminación adquiere una relevancia fundamental. Tan precisa y medida como el ir y venir de los actores, la luz ilumina, separa, oculta, crea y destruye atmósferas sin cesar. Al final, la fábula se alarga un poco -siempre es una pena terminar algo hermoso- pero el trabajo es fenomenal.
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