La mirada del hombre
Atín Aya. Retrato del silencio | Crítica

La ficha
*** 'Atín Aya. Retrato del silencio'. Documental, España, 2024, 77 min. Dirección, fotografía y guion: Hugo Cabezas y Alejandro Toro. Música: Miguel Rivera. Con: Atín Aya, Diego Carrasco, Pablo Martínez-Cousinou, María Aya, María Orellana, Alberto García-Alix, Jordi Socías, Mauricio D’Ors.
Más allá de la pulcra y elegante ortodoxia de su formato, con destino a uno de esos Imprescindibles que sin duda quedarán para el archivo, hay un innegable gesto de correspondencia y respeto a la obra y la mirada de Atín Aya (1955-2007) en este documental que, tras su paso por festivales, llega hoy a los cines Odeón Plaza de Armas donde podrá verse hasta el próximo día 13.
Una correspondencia que no sólo busca emular en sus encuadres y tiempos la mirada humana, honesta y frontal de Aya a todos esos personajes, gentes trabajadoras y anónimas, que fotografió en las Marismas del Bajo Guadalquivir o en las calles y rincones de Sevilla, sino que también trata con una misma empatía a esos lugares recorridos hoy de nuevo, a los protagonistas de aquellos retratos memorables o a los amigos (Carrasco, Llorente), familiares (Orellana, su hija), colegas y expertos (García-Alix, Martínez-Cousinou, Socías, Muñoz, Garrido, D’Ors, Rodríguez) que ahora lo rememoran en unas maneras parecidas a las que alumbró aquella mirada atenta, paciente, respetuosa y silenciosa del fotógrafo.
En su recorrido lineal con origen en su particular Macondo marismeño, Atín Aya, retrato del silencio se reserva casi hasta la mitad de su metraje la aparición de la imagen y la voz de su protagonista, recuperando una entrevista en vídeo rodada precisamente en aquel lugar ya mítico que inmortalizara su máquina de gran formato. No parece casual esta demora en presentar a un hombre que se escondió tras la cámara e hizo de su timidez y su tartamudez un arma de empatía con su entorno. Si hasta entonces son los demás quienes reconstruyen su trayectoria desde sus primeros pasos en el fotoperiodismo local o sus trabajos para la Expo’92 a su solemne entierro en La Caridad y la importancia capital de su obra (Marismas del Guadalquivir, Sevillanos, Paisanos) en la fotografía andaluza, española y universal, desde ese momento es ya el propio Atín quien nos guía y acompaña, también por esa otra faceta personal que tiene a su reencontrada hija María como destino y testigo para la difusión de su legado, también el abundante material inédito, entre las nuevas generaciones.
Hugo Cabezas y Alejandro Toro respetan los recorridos y el espíritu de la mirada de Aya sin suplantarlos, dejan respirar sus imágenes entre las palabras amigas, ponen el marco idóneo, también la música (fronteriza) adecuada, para que los rostros, las voces y el paisaje revelen su esencia documental, antropológica, humanista y testamentaria.
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