Las prisas son malas consejeras
ÓSCAR MARTÍN | CRÍTICA

La ficha
***Programa: Suite inglesa nº 6 en Re menor BWV 811, de J. S. Bach; Sonata nº 3 en Si bemol mayor KV 281/189f, de W. A. Mozart; ‘Arabeske’ en Do mayor op. 18, de R. Schumann; Sonata nº 1 en Re menor op. 28, de S. Rajmáninov. Piano: Óscar Martín. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 26 de abril. Aforo: Un tercio.
Es Óscar Martín un pianista de nervio, de tensión permanente que nunca se relaja, que busca el efecto sonoro a veces por delante del verdadero sentido expresivo de la frase. Su magistral técnica de pedal le permite jugar con las dinámicas, los colores y las gradaciones del sonido, especialmente en los pasajes más tormentosos. Y así se pudo comprobar en su versión de la primera sonata de Rajmáninov, un volcánico despliegue de intensidad sonora que en manos de Martín tuvo una espléndida versión. Su digitación es rapidísima y precisa, con una gran capacidad para conseguir nitidez incluso en los pasajes más enrevesados, como esos fulgurantres ataques dobles del primer tiempo o en las inclementes sucesiones de acordes en el tercero. Aquí estuvo el mejor Óscar Martín, ya preludiado por la delicadeza y la pulcritud de los arpegiados de la Arabeske de Schumann, rematada con gran delicadeza.
Pero todo había empezado con un Bach irreconocible a base de correr y correr, de precipitar las frases, de cambiar los acentos y de abusar de un rubato innecesario, así como del pedal. De nada sirve no fallar ni una nota si luego el fraseo es confuso y entrecortado. Y más o menos lo mismo con Mozart, del que se salvó el delicado Andante amoroso.
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