El marco es tan amplio que puede abarcar la historia de la danza: los bailes con los que Lorca trabajó, vio, atisbó o se le escaparon. En una suceción cronológica vemos, entre otras, danzas de Antonia Mercé, La Argentinita, María de Albaicín, El Mate sin pies, Pilar López, Carmen Amaya, etc. Junto a Fanny Elssler (que en realidad debía ir la última porque la coreografía y la música que se interpretaron son de los años 60 del siglo XX), Loïe Fuller, Martha Graham o Ruth Page, entre otras, con la intención de mostrar la raíz jonda de sus creaciones. O, simplemente, los vasos comunicantes. Un marco tan amplio que hace que el mensaje se diluya.

López ha llevado a cabo un trabajo hercúleo para actualizar todas estas danzas de tan distintas procedencias, adaptándolas al lenguaje del Ballet Flamenco de Andalucía. También es notable el trabajo de los músicos a la hora de arreglar composiciones de Albéniz, Falla, Pittaluga, John Coltrane o Lanchbery, entre otros muchos. Fantástica López representando a Martha Graham y a Pilar López en un mismo impulso. Fantásticos todos los intérpretes porque emular a Antonia Mercé, La Argentinita o Carmen Amaya es todo un reto. Como digo, tratar de meter todas estas coreografías en un discurso dancístico coherente no ha debido resultar nada fácil. Es una obra muy densa y muy trabada.