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Crítica de Flamenco

En busca de otros paisajes

libertino

Cía. Marco Vargas y Chloé Brûlé. Baile, coreografía y dirección: Marco Vargas y Chloé Brûlé. Cante: Juan José Amador. Textos e interpretación: Fernando Mansilla. Guitarra y composición: Gabriel Vargas. Batería: Manuel Montenegro. Iluminación: Carmen Mori. Escenografía: Antonio Godoy. Lugar: Teatro Central. Fecha: 8 de marzo. Aforo: Lleno.

La obra presenta todos esos elementos que esperamos, después de 11 años de trayectoria, de la compañía Vargas-Brûlé: un enorme despliegue físico, muchos guiños humorísticos, juego e ingenio, tanto en la puesta en escena como en la coreografía y, en este caso, en los textos. Y el cante enorme de Juan José Amador que, inspirado por el contexto, se busca y rebusca en los melismas. Las obras de este dúo, convertido aquí en cuarteto, son amables. Un divertimento. Con algunas reflexiones tópicas sobre los tópicos del flamenco. Y los tópicos de la libertad. Que Fernando Mansilla dice con convicción y entrega. El escritor pone voz y cuerpo a su propio texto haciendo un contrapunto delicioso con los cuerpos fibrosos, y mudos, del resto de intérpretes. Su presencia da un leve hilo argumental a la obra que gana, de esta manera, potenciales espectadores más allá de un público estrictamente flamenco.

Un gran despliegue técnico que busca nuevos contextos para los tangos, la mariana, la soleá o la guajira, con una Chloé Brûlé portentosa con y sin abanico. Vargas, por su parte, estuvo magnífico en la mariana, bailando sobre una lata que luego usó como instrumento de percusión. El manejo de los objetos , el sombrero, el bastón o el abanico, además de sillas, chaquetas y la jaula, aporta fluidez y textura a la obra. Los pasos a dos son brillantes, mostrando el grado de complicidad y compenetración que han alcanzado los bailaores. Y Juan José Amador, totémico, deslumbrante cantando, bailando y prestando voz y ojos al pájaro que escapa.

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