Pasiones románticas revisitadas

REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA | CRÍTICA

Los cuatro trompistas solistas.
Los cuatro trompistas solistas. / Marina Casanova

La ficha

***XXXVI Temporada de conciertos. Programa: ‘Romeo y Julieta’, de P. I. Chaikovski; ‘Konzertstück’ para cuatro trompas y orquesta en Fa mayor, op. 86, de R. Schumann; Suite ‘Der Rosenkavalier’, op. 59, de R. Strauss. Trompas: Matías Piñeira, Joaquín Morillo, Juan M. Gómez y Adrián Díaz. Dirección: Shi-Yeon Sung. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes, 24 de octubre. Aforo: Tres cuartos.

Nuestra sinfónica sigue por la senda de repetir y revisitar repertorios ya interpretados y sin salir de la estrecha franja del Romanticismo y sus derivados finiseculares, en vez de abrirse a nuevos repertorios, de explorar otras estéticas y ejercitarse en otros modos interpretativos.

Se abría este programa ya visto y oido con la obertura-fantasía Romeo y Julieta de Chaikovski, una obra que respira y exuda pasión por todos sus compases y que requiere de una batuta que se identifique con los sentimientos extremos de su base literaria y de su materia musical. No la encontró en la directora coreana, que pasó como de puntillas sobre el dramatismo y la tensión de sus diferentes secciones, al igual que sobre el lirismo extremo de sus temas más románticos. La orquesta sonaba con tersura, con sonido envolvente, pero al fraseo de Sung le faltó más atención a los acentos y más energía en los ataques.

Todo mejoró con la brillante pieza de Schumann y sus tonos triunfales y exaltados que ahora sí que sonaron con alegría y brío, con cuatro excelentes solistas de sonido brillante, afinado y plenamente compenetrado, con el acompañamiento lleno de exultante felicidad de Sung.

La orquesta se mostró en estado de gracia con Strauss, tanto en las partes delicadas, con sonido como de ensueño en el tema de la presentación de la rosa o con la languidez deliciosa de “Ist Ein Traum”, como en esa apoteosis del vals llena de encanto (arrancado con el sonido dulcemente quebradizo de las cuerdas con sordina), tras una apertura de la pieza con un fraseo casi lujurioso y de una riqueza tímbrica maravillosa.

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