El sonido y su densidad variable

COSMOS QUARTET & JUAN PÉREZ FLORISTÁN | CRÍTICA

El Cosmos y Floristán identificados con Brahms.
El Cosmos y Floristán identificados con Brahms. / Luis Ollero

La ficha

*****Programa: Cuarteto en Sol menor op. 74 nº 3, de F. J. Haydn; ‘Arcadiana’, de Th. Adès; Quinteto con piano en Fa menor op.34, de J. Brahms. Cosmos Quartet (Helena Satué y Bernat Prat, violines; Lara Fernández, viola; Oriol Prat, violonchelo). Piano: Juan Pérez Floristán. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 12 de diciembre. Aforo: Algo más de la mitad.

Luchando contra el pacto de silencio que parece haberle caído desde el propio ICAS, el Espacio Turina ha vuelto a ofrecer un concierto memorable, de esos que se quedan en la memorio emocional y artística de los buenos aficionados a la Música, así, con mayúsculas. Y la semana que viene vendrá otro encuentro de altísimo nivel con el trío Gringolts-Power-Altstaedt. Ningún espacio de la ciudad ofrece tan alto nivel de calidad (por no hablar de la cantidad) tan continuada, pero en el universo cibernético no existe por desidia “municipal y espesa”, como diría Rubén Darío.

El sensacional cuarteto Cosmos regresó a la sala con un programa denso y apasionante, abierto con uno de esos cuartetos de plena madurez de Haydn cuajado de ingenio y sorpresas y que el Cosmos abordó precisamente desde la altención a los contrastes fraseológicos, con discurso sinuoso y acentuados cambios dinámicos. Sonido compacto, con brillo, pero también denso o sutilísimo, como se pudo apreciar en Arcadiana de Adès, con la que el cuarteto asombró por la capacidad de matizar y sutilizar el sonido mediante armónicos en pianississimo en la pieza final "Lethe", antecedida de un hipnótico "O Albion" sostenido al límite del tempo.

La explosión emocional de la noche vino de la mano de un Brahms pura pasión y gracias a la perfecta simbiosis establecida entre Floristán y el Cosmos. Todos se revistieron de un fraseo enérgico y pasional, pero a la vez controlado para dosificar las intensidades y dar sentido a ese oleaje de ida y vuelta con el que Brahms nos apabulla y nos reta a la vez, tensando, destensando y volviendo a tensar su discurso sonoro, algo en lo que pianista y cuarteto estuvieron inmejorables gracias a las continuas gradaciones de su fraseo y la dosificación de las acentuaciones.

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