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Cerdita | Crítica

Un 'slasher' ibérico

Laura Galán es la protagonista de 'Cerdita'.

Laura Galán es la protagonista de 'Cerdita'.

Prolongación natural del corto ganador del Goya en 2018, Cerdita ahonda en esa nueva vertiente del joven cine español que busca su identidad primeriza en algún lugar intermedio entre las raíces rurales, el costumbrismo ibérico, la mirada indie o la fórmula de género sobre unos materiales sometidos ya a la torsión posmoderna.

En cierta forma, y que me perdonen la comparación, esta Cerdita no está tan lejos de aquella Destello bravío que tan buen circuito de festivales y premios hizo el año pasado. Ambientadas ambas en la Extremadura profunda y abrasadora, ahí donde la primera efectúa un ejercicio desmitificador, político y experimental sobre el paisaje y el paisanaje, Cerdita parte de unos mismos materiales de base para llevárselos al terreno de la comedia negra y el slasher adolescente con mensaje empoderado sobre la diferencia y la resistencia a la tradición.

Así, el filme de Carlota Pereda juega con los clichés del bullying y la familia tradicional, también con las viejas rencillas, choques de clase y envidias locales o con los ambientes y elementos de la cultura agrícola-ganadera, para confrontarlos con unas formas muy controladas a uno de esos asesinos en serie salidos de cualquier filme norteamericano de los 80 convertido en catalizador de temores y frustraciones pero también, ay, de pulsiones sexuales en un ambiente muy bien observado, escuchado y reconstruido desde el humor y la parodia de los tipos, los modos, los gestos, el habla o las expresiones, miren y escuchen atentamente a Carmen Machi.  

Mucho más interesante como retrato de personajes (estupenda la paradójica contención de Laura Galán) que como filme de género destinado a la explosión gore, Cerdita expone una insólita madurez como debut en el manejo de sus referentes, materiales y formas (también las sonoros), y hace oscilar con equilibrio sus tonos y registros sin que se rompa el encanto de la fábula negrísima y macabra sobre una España que reconocemos en ese espejo deformante del cine de la juventud como expresión extrema de las pesadillas y catarsis de los miedos.