La abadesa | Crítica

Feminismo prerrománico

Daniela Brown es la abadesa en el filme de Chavarrías.

Daniela Brown es la abadesa en el filme de Chavarrías.

Hasta el siglo IX en pleno Ripollés catalán se ha ido Antonio Chavarrías (Volverás, Las vidas de Celia, El elegido) para proyectar el presente sobre el personaje histórico (marginal) de Emma de Barcelona (880-942), hija de Wilfredo el Velloso y joven abadesa obligada del monasterio de San Juan de Ter en su batalla contra las circunstancias como heroína mística en tiempos de barbarie, patriarcado de acero y resistencia sarracena.

En alineación con los relatos y retratos actuales de rebeldía y empoderamiento femenino, su filme asume un realismo atmosférico en el que se palpan el frío, los elementos y la piedra, para abordar el periplo de nuestra despojada y lúcida abadesa (sobria y convincente Daniela Brown) en la toma de riendas (morales, civiles) de una zona abandonada, dominada por el influjo del dogma y rodeada de amenazas externas e internas.

Chavarrías confía su filme a un encomiable trabajo de ambientación y fotografía naturalistas, entra a paso corto en el meollo de su trama ejemplarizante y despliega entre muros las rencillas con las propias monjas o ese debate entre la obediencia y el cuerpo como foco de deseo y autoconciencia.

La película se resiente empero de cierta tendencia a lo redundante, también de una elección tonal en la declamación y los diálogos que no termina de acompañar sus logros visuales, tal vez con una excesiva voluntad de verbalizar con demasiada claridad retórica esos asuntos que buscan revelar las cuitas reivindicativas o las batallas religiosas y de clase de hoy.