Niñas, madres, hermanas

Son varios los aciertos de esta cinta que aborda el asunto de los bebés robados en nuestro país. El primero es situarla ya en la era democrática, justo en la época del primer triunfo socialista en 1982, prolongando sobre un periodo ciertamente mitificado la sombra aún alargada del nacionalcatolicismo franquista. El segundo, y no menos relevante, tiene que ver con la extraordinaria puesta en escena, el tempo y el tono elegido por Pau Teixidor (Purgatorio) para materializar su guion co-escrito junto a Lorena Iglesias, un tono que asume ciertas formas visuales del cine de terror pero sin entrar nunca en las dinámicas propias de ese género. Un tercer logro tiene que ver ya con el acertado casting de jóvenes actrices noveles y rostros desconocidos que nos evitan todos esos molestos peajes de lo profesionalizado en aras de una verosimilitud, credibilidad y potencia emocional muy conseguidas.  

Con esos tres grandes elementos a su favor y un modélico ciclo narrativo circular que incide en la idea del desarraigo, Alumbramiento traza un desolador y sombrío retrato de la infancia truncada por las circunstancias y un contexto opresivo que machaca aún más cualquier esperanza de emancipación y futuro. Si los niños robados en los internados de la iglesia son el doloroso contexto real para la historia, lo realmente interesante de la cinta reside en esa incursión en la sororidad femenina juvenil o en el perfil y las reacciones de cada una de esas chicas abandonadas a su suerte como pilar desde el que construir unos vínculos y un proceso de aprendizaje a golpe de decepciones y revelaciones que tienen a sus propios cuerpos como epicentro.