Sergio Leone, el hombre que inventó América | Movistar+

Érase una vez Leone

Sergio Leone (1929-1989).

Sergio Leone (1929-1989).

Avalado por sus hijos y herederos, con los testimonios estelares de Spielberg, Scorsese, Eastwood, Tarantino, De Niro, Montaldo, Argento, Tornatore, Audiard, Chazelle, Miller, Connelly o su inseparable Morricone, y enjundiosas entrevistas y material de archivo inédito, Sergio Leone, el hombre que inventó América aspira a ser el documental definitivo (se han hecho decenas) sobre el popular cineasta italiano (1929-1989) que redefinió el western moderno y sus formas en un puñado de títulos (La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo, Hasta que llegó su hora, ¡Agáchate, maldito!) rodados en el desierto de Almería hasta la consecución final de su gran proyecto personal con Érase una vez en América, homenaje nostálgico al gran cine americano.

Hijo de cineasta (Roberto Roberti) y actriz (Bice Waleran), curtido en la industria como ayudante en una treintena de títulos, Leone debutaba en 1961 con El coloso de Rodas reescribiendo las claves del péplum desde una perspectiva irónica. De su filiación paterna, estos inicios y su pasión cinéfila eminentemente popular nos habla este ortodoxo documental (no faltan los testimonios de su biógrafo Christopher Frayling, así como de historiadores, amigos, técnicos y colaboradores generosos en anécdotas) que sigue un trazado bio-cronológico con especial parada en la Trilogía del Dólar, sus numerosos hallazgos audiovisuales y el descubrimiento de Eastwood como nuevo icono del género, y en el reconocimiento de Hasta que llegó su hora (1968) como su obra maestra donde la reinvención de la iconografía y el mito fundacional norteamericano vino del despliegue de todos esos recursos visuales, sonoros, musicales o de montaje, algunos de ellos procedentes del cómic, que lo convirtieron en el más audaz y popular de los cineastas italianos.  

Pero fue Érase una vez en América el gran proyecto de su carrera, en el que empleó casi quince años entre los distintos borradores de guion, la búsqueda de la financiación, el casting, un rodaje complicado en Estados Unidos y un montaje final de cuatro horas y cuarto que fue mutilado por los distribuidores en su estreno americano. Todo en este documental nos empuja hacia aquel filme testamentario, a su rodaje con la música de Morricone en el set para crear la emoción precisa, a las cuitas con De Niro finalmente resueltas o la relación con una jovencísima Jennifer Connelly a la que Leone, todo un hombre de familia, trató como a su propia hija.