Autoayuda en forma de melodrama optimista

La habitación de las maravillas | Crítica

Alexandra Lamy. en 'La habitación de las maravillas'.
Alexandra Lamy. en 'La habitación de las maravillas'. / D. S.

La ficha

** Drama, Francia, 2023, 98 min. Dirección: Lisa Azuelos. Guion: Juliette Sales, Fabien Suarez. Novela: Julien Sandrel.Intérpretes: Alexandra Lamy, Muriel Robin, Hugo Questel, Xavier Lacaille, Martine Schambacher, Camira Amourache, Eye Haidara, Rafi Pitts, Edwyn Burger.

Julien Sandrel se ha hecho millonario al abandonar su carrera empresarial para dedicarse a escribir novelas de éxito apabullante. Se dio a conocer en 2018 con esta La habitación de las maravillas que tras publicarse en 26 países y adaptarse al cine prepara su estreno teatral. Novela de ilusiones y optimismo con su puntito de libro de autoayuda, trata de los esfuerzos de una madre para vivir las diez maravillas de la vida que su hijo de 12 años, en coma tras un accidente, tenía anotadas en una libreta. En el horizonte, la posibilidad de la eutanasia dada la gravedad de las lesiones o la de lograr que vuelva del coma al contarle, tras vivirlas vicariamente, las maravillas que le esperan. Entre una y otra, justificando su acción, hay otra posibilidad: que se le dé muerte habiendo conocido, a través de las experiencias de su madre, esas maravillas con las que soñó. El catálogo del chaval es una buena representación de los tópicos ecológicos y culturales (de las ballenas al manga) del momento que vivimos, con algún toque digamos posfelliniano (¿recuerdan los puntiagudos pectorales de la profesora de matemáticas de Amarcord?) y algún otro más que discutible.

Toda historia de estas características, por serlo de superación, requiere de un inicio desgarrador que mantenga la tensión y justifique la lucha del protagonista para lección y estímulo de los lectores. Unas veces es el duelo, otras una enfermedad terminal y en este caso un coma con horizonte de eutanasia. Al enfrentarse a la peor tragedia que pueda vivir un ser humano se sacan las fuerzas de flaqueza que justifican el mensaje optimista de autoayuda que explican el éxito de estas novelas y películas.

La dirige con oficio pero sin brillo la experta en comedias familiares con adornos sentimentales Lisa Azuelos (Bienvenido al mundo de LOL, Reencontrar el amor, Mi niña), confiándolo todo, además de a la fama y eficacia de la novela, a la todoterreno de la comedia Alexandra Lamy que, riendo, llorando, afrontando los retos marcados por su hijo que la llevan de Japón a Escocia y, esto no podía faltar, redescubriendo al hacerlo su personalidad hasta entonces adormecida y dando nuevos bríos a su vida sumida en la rutina.

Autodescubrimiento mientras lucha por cumplir los sueños de hijo y así, quizás, salvarlo. Godard abre Le mepris con esta cita de André Bazin: “El cine sustituye nuestra mirada por un mundo amoldado a nuestros deseos”. Esta película amable pese a la tragedia que la motiva y superficial pese a sus dosis de autoayuda en forma de razones para vivir (o revivir) representa un mundo amoldado a los deseos de lo que, visto el éxito de la novela, debe ser la mayoría. Visto el catálogo de deseos o maravillas, no resulta una realidad muy estimulante.

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