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pedro mairal. escritor

"El deseo nos hace vulnerables, nos lleva al ridículo, y eso es muy literario"

  • El autor de 'La uruguaya' publica ahora con Libros del Asteroide 'Una noche con Sabrina Love', una novela de 1998 con la que su creador entró de golpe en el olimpo de las letras argentinas

Pedro Mairal visitó la Feria del Libro de Sevilla invitado por el Centro Andaluz de las Letras.

Pedro Mairal visitó la Feria del Libro de Sevilla invitado por el Centro Andaluz de las Letras. / belén vargas

Tras el éxito de La uruguaya, magistral radiografía del deseo y sus pasos en falso con la que Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) se ha convertido en un autor incontestable para los lectores españoles, Libros del Asteroide publica ahora Una noche con Sabrina Love, una novela de 1998 con la que el narrador, que no había llegado entonces a la treintena, conquistó el Premio Clarín y un súbito reconocimiento en Argentina. En la obra, un joven gana un concurso para pasar una noche con la actriz porno Sabrina Love, una vistosa premisa para hablar de asuntos más graves: las ficciones que construimos cuando amamos o ese pulso en el que aún andan entregados Eros y Tánatos.

-Uno y otro libro tienen casi dos décadas de diferencia, pero Una noche con Sabrina Love y La uruguaya comparten muchos elementos comunes: en ellas hay una figura femenina idealizada; se dan tensiones entre la realidad y lo que los protagonistas se inventan...

-Sí, totalmente. Y las dos tienen algo como de road movie... Por suerte no lo pensé cuando escribí La uruguaya [ríe]. Evidentemente, son libros que salen de la misma matriz, que son obra del mismo autor. Hay una continuidad entre los personajes, aunque uno representaría al adolescente y el otro al cuarentón. Algún lector me ha dicho incluso que uno y otro parecen el mismo tipo treinta años después.

-En el prólogo cuenta todo lo que le ocurrió con Sabrina Love. Bioy Casares y Roa Bastos estaban en el jurado que le galardonó, su novela se convirtió en un fenómeno, de repente usted estaba en las televisiones y en los kioscos... ¿Cómo superó aquel jovencito de 28 años esa sobreexposición sin perder la cabeza?

-Para eso me ayudó mucho ponerme, después de eso, con distintos géneros. No podía en ese momento abordar otra novela. Me vino muy bien escribir cuentos y poemas, salirme de exigencias que eran ajenas a mí, recuperar cierto silencio mental. Tenía mucho ruido en la cabeza, mucho ruido mediático, demasiado para los 28 años que tenía. No se puede escribir desde la necesidad de hacer otra novela ganadora, por suerte no lo pretendí.Yo no funcionaba así.

"Hacemos las cosas por inercia, tenemos modelos de felicidad heredados que tal vez ya no sean los nuestros"

-Cuando ganó el Premio Clarín, Rodrigo Fresán le dio la bienvenida al "estanque de tiburones". Ahora que usted tiene más experiencia, ¿definiría así el mundillo literario?

-Pienso que la literatura es una creación colectiva, quizás porque vengo de una tribu de poetas. Creo mucho en la colaboración: escribir algo que otro ilustra, trabajar con historietistas o en guiones de cortometrajes y hacer revistas literarias... Yo sé que el estanque de los tiburones está, y que hay una competencia, no soy ingenuo, pero me parece que ayuda que los otros estén escribiendo muy bien, porque no te duermes en los laureles si te dan un premio. Es tonto ver a otro autor como enemigo: a lo sumo, si no te gusta lo que hace, no le prestas atención.

-Traza al personaje de Sabrina Love lejos de los estereotipos de la actriz porno. No carga las tintas en su fogosidad, por ejemplo, sino en la ternura con la que trata al protagonista.

-Qué bueno que haya visto eso, porque yo me esforcé por humanizar al personaje. A mí me interesaba que fuera alguien verdadero, de carne y hueso, y que esa mujer real contrastara con esa imagen porno que el protagonista tiene idealizada. En La uruguaya ocurre un proceso similar: el hombre descubre una realidad muy distinta a la de sus fantasías.

-Con La uruguaya se ve que la historia de La mujer y el pelele se repite una y otra vez, como si el hombre no fuera más que una marioneta de su deseo...

-El deseo nos vuelve muy vulnerables, nos lleva a hacer el ridículo. Y eso es muy literario. Hay un cuento de Roberto Fontanarrosa, Elige tu propia aventura, en el que se le da la opción al lector de que escoja qué ocurre con el protagonista, un tipo que está en un bar: esta idea de si querés que hable con la rubia, andá a la página tal. Y lo divertido es que aquello siempre acaba fatal, el tipo termina sin ropa, perdido en la playa... El deseo te carga de narratividad, empiezas a vibrar como en otra frecuencia, te saca de tu zona cómoda y comienzas a hacer cosas peligrosas. Ese terremoto, literariamente, es muy jugoso. Y al mismo tiempo tan cercano: es tan obvio cuando ves a un amigo o a una amiga meterse en una situación así, en la que saltan todas las alarmas y no las escucha.Resulta muy gracioso [Ríe].

-También es sugerente desde el punto de vista literario la elección de Uruguay, donde el argentino encuentra "una deriva entre la familiaridad y el extrañamiento".

-Me dijeron que le pasa a los españoles con Portugal, que van y tienen allí las mismas caras, la misma geografía, pero la gente habla distinto y hay diferentes marcas... Ese pasaje de la familiaridad al extrañamiento funciona siempre bien en la literatura. Haces entrar al personaje en confianza, con una confianza que es falsa, y con la guardia baja... Me gustaba que Uruguay, Montevideo, estuviesen idealizados, como el personaje de ella, una imagen hecha de canciones y de libros.

-La uruguaya es, entre otras cosas, la historia de un matrimonio que se desintegra. El libro viene a concluir que tal vez esa presión por montar una familia, por seguir los esquemas y los patrones convencionales, no sea algo sostenible para todos.

-Creo que estamos viviendo un cambio de paradigma muy grande en eso. Las familias ahora se ensamblan: ya las figuras del papá, la mamá y los dos niños forman uno de los modelos posibles, pero no el único. La novela viene a mostrar que hacemos muchas cosas por inercia, que tenemos unos modelos de felicidad heredados que tal vez ya no sean los nuestros. Me interesaba que a este tipo, al que maltrato en el libro, se le derrumbe la estantería de lo que pensaba que era una familia, que tenga que adaptarse a ese cambio.

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