Cultura

Un difícil rompecabezas

  • Paco Gómez reconstruye en 'Los Modlin' la asombrosa historia de un matrimonio norteamericano afincado en Madrid, formado por una pintora interesada en el Apocalipsis y un actor sin fortuna.

Los Modlin. Paco Gómez. Fracaso Books. Madrid, 2013. 286 páginas. 25 euros.

Un hombre en ropa interior monta un caballo imaginario y eleva su brazo como si portara una lanza y se dispusiera a la batalla, un joven también en calzoncillos dirige su mirada al cielo y parece invocar a alguna divinidad, una mujer posa ante pinturas de acusada imaginación. Las fotografías que encontró Paco Gómez (Madrid, 1971) en la basura, procedentes de un piso que estaban desmantelando, se le plantearon como un perturbador rompecabezas que debía resolver. ¿De dónde salían esos personajes excéntricos en posturas imposibles? ¿Era la familia de un embajador, como sugerían las cartas escritas en inglés? ¿Por qué entre los rostros de esas instantáneas había algunas celebridades como Ángela Molina, José Sacristán o Antonio Ferrandis? Ese cúmulo de incógnitas fue el inicio de una investigación que ha abarcado unos diez años y el motivo por el que Gómez, que hasta ahora había publicado libros de fotografía, se ha adentrado en la literatura. Los Modlin recompone y rescata del olvido las fascinantes e imprevisibles biografías del matrimonio formado por los norteamericanos Elmer y Margaret Modlin, un actor sin fortuna que entre otros trabajos tuvo una participación sin diálogo en La semilla del diablo y una pintora visionaria e incomprendida atraída por el imaginario del Apocalipsis.

El volumen se abre con una cita de Stanislaw Lem en la que el autor polaco expone su particular catalogación de los genios: "A los de primera clase no los conoce nadie, ni mientras viven ni después de su muerte, ya que crean verdades tan inauditas, presentan proposiciones tan revolucionarias, que nadie es capaz de entenderlas. Por tanto, su destino es el de permanecer ignorados a perpetuidad". Margaret Modlin, con una obra "que estaba fuera de su tiempo, que si hubiese hecho 50 o 60 años antes se valoraría hoy de otro modo", señala Gómez, no obtuvo el reconocimiento que perseguía, a pesar de que tanto ella como Elmer, "que era como el escudero, que defendía la pintura de su mujer casi más que ella misma", destinaron todas sus energías a un triunfo que nunca les llegó.

Los Modlin subsistían en su piso de la madrileña Calle del Pez "casi en la miseria, del dinero que ganaba él como actor", mientras aguardaban que les cambiara la suerte. Entre las estrategias que intentaron para que la producción de Margaret obtuviera una mayor resonancia estuvo la aproximación a Henry Miller. "Se veía claramente que lo utilizaban como un salvoconducto para la fama, porque incluso fotografiaban sus cartas, estaban registrando que tenían un contacto directo con él porque pensaban que era un genio, y que cualquiera que se acercara a él también lo era", sostiene el autor. Otra puerta a la que llamaron fue la del Palacio del Pardo: Margaret realiza incluso un retrato, Generalísimo Franco, tú que vives al abrigo del Altísimo, y habitas a la sombra del Ommipotente, que intenta vender al Estado. El dictador no es sólo otra persona célebre que puede beneficiarles, su figura también conecta con la marcada y controvertida espiritualidad de la pintora. "Franco les atraía porque era cristiano como ellos, que eran un poco integristas. Margaret posee una visión del Apocalipsis que seguramente le viene de las iglesias fundamentalistas a las que acudieron en Carolina del Norte, donde tendrían al típico gurú que hablaba del fin del mundo. Y lo que también les ocurre es que confundían una época en la que ellos fueron felices con quien gobernaba en ese tiempo, el tramo final de la dictadura, que según dicen fue más suave", comenta Gómez.

Aunque Elmer elegiría quedar relegado frente a la magnética personalidad de Margaret, su historia no es menos cautivadora: fue el primer marino norteamericano que pisó tierra en Nagasaki después de la explosión de la bomba atómica; su rostro aparece en un gran número de series como Embrujada, El fugitivo y Curro Jiménez o filmes como El crack y Un curita cañón. Uno de los detalles que más disfrutaba Gómez en sus pesquisas era descubrir a Elmer asomando por cualquier producción de la época. "Él siempre está ahí, haciendo de americano. Es increíble la cantidad de películas en las que aparece y lo poco conocido que es".

Pero Los Modlin no es sólo la semblanza de ese matrimonio, sino también la del hijo, Nelson, posiblemente el "damnificado" de la "locura intelectual" de sus progenitores. "No tenía apenas información de él porque las pistas las habían dejado sus padres, pero por las entrevistas con la gente o por el testimonio de su mujer se ve que él escapó de la relación enfermiza que tenía con su familia. Al final es el personaje al que tengo más cariño", confiesa Gómez.

Con la publicación de Los Modlin, que aparece primorosamente autoeditada por el autor gracias a una campaña de crowdfunding y se puede adquirir en algunas librerías y en la web losmodlin.com, Gómez cierra un largo proceso plagado de casualidades, misterios y episodios asombrosos en el que llegó a temer que Margaret le dirigía señales desde el más allá y él se sentía "como un personaje secundario de sus cuadros". O tal vez compartir la maravillosa vivencia de los Modlin no sea el punto y final de esa obsesión: con el entusiasmo que está generando la obra "se están activando nuevas historias", admite Gómez, como si el legado de los Modlin fuera un material inagotable.

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