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La diva perfecta

Paloma San Basilio se despide con un gran recital en Fibes, en la ciudad donde creció y aprendió a ser artista

La intérprete derrochó elegancia y poderío vocal en un concierto para el recuerdo.
Sara Arguijo Sevilla

25 de noviembre 2013 - 05:00

Cantante bandera de eso que antes se llamaba canción melódica, Paloma San Basilio ha sabido siempre mantener el tipo en lo literal y en lo figurado. Situarse por encima de las vulgaridades. Sostener el estandarte incuestionable de una artista con mayúsculas. Conocer a la perfección dónde y cómo estar y cuándo decir "Hasta siempre". Quizás antes de que le pase como a Francisco Ayala, que decía sentirse "como un antepasado". Así, San Basilio ha diseñado este espectáculo de despedida -dos horas y media de concierto anoche en Fibes - en el que se da vida a sí misma y en el que no hay quien la pille en un renuncio. Sus inicios, sus dificultades con las discográficas, su conquista de las Américas y su ascenso al mundo mundial en un estudiado guión. Disponiendo todo (músicos, coros, iluminación) a su antojo. Cual diva inalcanzable. A ratos risueña y a ratos cruella devil. "De cuerpo presente", como contó que la presentaron en una ocasión en un exceso del barroquismo que ella inspira.

Hasta siempre es su musical. Con el que regresa a Sevilla, "la ciudad donde nació todo" para agradecerle al público "que no me hayáis dejado sola". Con el que aún puede mostrar su técnica vocal y brillar en traje de lentejuelas negras, de blanco impoluto o de rojo pasión. Con el que casi llena el auditorio de Fibes de unos seguidores -también a su medida- que le ríen las gracias, le corean sus éxitos... Juntos, Cariño mío, Luna de Miel, La fiesta terminó... y se ponen en pie en canciones míticas como No llores por mí, Argentina o Parole, "embelesados", dijeron desde la platea.

Cuarenta años de carrera en más de 30 canciones. Baile de pasos cortos, escalera, pie de micro. Olor a revista y a alcanfor para los nostálgicos. Gags humorísticos en un homenaje no intencionado a Lina Morgan. Diálogos Disney que buscan explicar amablemente su vida. Y, cómo no, la copla en un aplaudido dueto junto a Sandra Cabrera cantando Pena, penita, pena.

Todo Paloma. Tal y como la hemos visto siempre y como ha elegido quedar para el recuerdo. Sin dejar nada a la improvisación. Afinada y proyectada, como su voz. Perfecta. Leyenda viva de cualquier karaoke.

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